Portadas no deseadas

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JUDAS PRIEST – Rocka rolla (1974)

El grupo británico comenzó su andadura discográfica en el año 1974, aunque sus orígenes datan de 1969 en la localidad inglesa de Birmingham. Lo formaron Bruno Stapenhill (que sacó el nombre del grupo de una canción del disco John Wesley Hardin de Bob Dylan) y Al Atkins. Intentaron infructuosamente grabar un disco y poder vivir de la música. A mediados del año 73, Al Atkins, que era el único miembro original de la banda que quedaba en ella, decidió buscar un trabajo y dejar el grupo que había formado. Unas semanas más tarde Atkins recibió una llamada de K.K. Downing e Ian Hill, antiguos miembros de la banda desde el año 71, pidiéndole permiso para utilizar el nombre del grupo, así como algunas canciones que habían escrito juntos, porque habían encontrado a un cantante y querían reactivar la banda. A lo que Atkins accedió. El cantante escogido se llamaba Rob Halford, que además se trajo a la banda a un batería que había tocado con él en Hiroshima, la banda que había dejado para entrar en Judas Priest. El batería se llamaba John Hinch.

Unos renacidos Judas Priest, tras una serie de ensayos y bolos pertinentes, grabaron una maqueta de tres temas. La fueron llevando de una discográfica a otra hasta que un pequeño sello llamado Gull Records dio el paso y los contrató. Pero había un problema, la compañía quería dar mayor empaque al sonido del cuarteto, y les pidió que añadiesen a la banda a un teclista, o si no… ¡un  trompetista! Lejos de acceder a sus deseos, K.K. Downing contrató a un guitarrista llamado Glen Tipton que iba a dar un toque de mayor dureza al grupo y colaborar también en la composición de temas. Esta formación fue la que grabó Rocka rolla, aunque poco después el batería John Hinch sería reemplazado por John Ellis.

El disco es todavía un pequeñísimo esbozo de lo que será el sonido de Judas Priest en el futuro. Temas como Rocka rolla y el ritmo cabalgante, con harmónica incluida de Cheater destacan sobre el resto. También se salvan de la quema la canción que abre el disco, One for the road, Never satisfied y la progresiva Dying to meet you, aunque ninguna de ellas pasará a la historia de la música. La verdad es que poco pudieron aportar los recién llegados Halford y Tipton, ya que los temas provenían de la antigua etapa de Atkins en la banda. Un ejemplo es la psicodélica Winter retreat, que no tiene nada que ver con la trayectoria que desarrolló el grupo en el futuro. Como curiosidad, cabe resaltar que Judas Priest no sólo renegaron de la música de su primer disco, sino que también cambiaron la portada del mismo cuando en 1987 se volvió a reeditar el catálogo de la banda. Aunque quizás fue debido a problemas legales con la marca Coca Cola por el plagio en el diseño y en el grafismo de la portada original. Juzgad vosotros mismos, a mí me parece una ocurrente manera de representar el juego de palabras del titulo del disco. Debajo de estas palabras podéis comprobar el concepto totalmente diferente de la portada reeditada en 1984, que no representa para nada el titulo del disco. Aunque sí que sigue la línea de diseño que llevaba la banda con las portadas posteriores a Rocka rolla. El ser que aparece volando junto a las bombas es bastante más amenazante que la portada de la chapa de refrescos.

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Un comentario a “Portadas no deseadas”

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