¿Te lo vas a perder?
Sin comentarios »15-05-2025

En cada temporada, hay dos momentos en los que saltan las alarmas en el medidor de interés rojillo. Esos dos momentos de desgana o decaimiento, coinciden curiosamente con los enfrentamientos de ida y vuelta entre Osasuna y Getafe, que ponen realmente a prueba al verdadero seguidor osasunista.
Un Osasuna – Getafe y viceversa es como tragarte un martes por la tarde una etapa de 250 km, llana y sin viento, de la Vuelta Ciclista a España. Es como quedarte sin batería en el móvil, mientras esperas que te atiendan en Hacienda en plena campaña de la renta. O como quedarte encerrado una noche en una sala del museo de Tàpies.
Por lo que sea, el Getafe – Osasuna suele ser el partido menos visto de la temporada, según los informes de La Liga. Craso error, porque en estos enfrentamientos periódicos hay muchísimos detalles que los diferencian de un partido de fútbol convencional. Es más, yo diría que los diferencian intrínsecamente incluso del fútbol.
Un partido contra el equipo azulón es una GUERRA (sí, con mayúsculas), pero no una guerra cualquiera, sino una guerra de desgaste, que ríete tú de los «pies de trinchera» de los combatientes del frente occidental. Es lo que tiene enfrentarse a los legionarios del comandante Bordalás. Cada centímetro de césped se lucha cuerpo a cuerpo, o brazo-ceja. Contamos con un repertorio muy variado: agarrones, empujones con o sin balón, obstrucciones propias de la NFL, blocajes que se estudian en el 6 Naciones, golpeos al jugador, nunca al balón. ¿He dicho balón?, ¿pero dónde está el balón?
El balón no es un elemento importante en estos partidos. Suele estar la mayor parte del tiempo surcando el cielo (no confundir con el dron que utiliza la Liga), o mayormente fuera de los límites reglamentarios del campo. De hecho, la táctica utilizada en estos partidos es la del despeje total (no confundir con el fútbol total). En pocas ocasiones ha sucedido que uno de los dos equipos haya marcado (siempre por medio de un rebote en un córner), es entonces cuando la vertiginosa sensación de ir ganando provoca problemas incluso físicos a sus jugadores. Estos comienzan a tener dolorosos calambres intermitentes cada vez que el balón (que curiosamente llevaba ya un rato sin aparecer) lo tiene en su poder el equipo contrario.
En estos enfrentamientos entre navarros y madrileños, el tiempo añadido es toda una masterclass de cómo se puede parar el mundo, mientras el reloj del trencilla se encamina irremisiblemente hacia el final de la cruenta batalla.
Este domingo lo volveremos a hacer, volveremos a ver un Osasuna – Getafe y no cobraremos por ello. Así somos los verdaderos seguidores osasunistas. Por cierto, en menuda final se ha convertido el partido. Estoy seguro de que va a marcar la temporada, y algún tobillo que otro también…
Puñaleitor