PELÍCULA RECOMENDADA

La furia (2025) – Gemma Blasco

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

La furia
Gemma Blasco (2025) – España

A pesar de que me advirtieron de la temática y la dureza del filme, salí del estreno de La furia completamente superado por las intensas emociones que me provocó la desgarradora y traumática historia de Alexandra. Por supuesto, tuvieron mucho que ver en ello el exhaustivo trabajo actoral que realiza Ángela Cervantes para meterse en el papel de Alex, y la poderosa, y por qué no decirlo, furiosa realización de la joven directora Gemma Blasco, que con este su segundo largometraje se sube al carro de directoras tan talentosas como Arantxa Echevarría, Carla Simón o Pilar Palomero.

La furia toma como punto de partida la celebración en Nochevieja de un grupo de amigos. Entre ellos están Alexandra y su hermano Adrián. En un momento de la fiesta, uno de los participantes viola a Alexandra sin que ella pueda reconocerlo. A partir de entonces la vida de Alex, como la llama su cuadrilla, entra en una espiral de dolor y autodestrucción.

Si el argumento os parece espeluznante ya de por sí, la directa, desmedida, incluso excesiva manera de plantar la película en la cara del espectador sin ningún tipo de concesión, hace que la experiencia sea más impactante y visceral de lo que puedas imaginar. La furia es una película premeditadamente intensa y agobiante; la directora nos intenta transmitir cómo es el traumático universo interior de una mujer que ha sido violada. En este proyecto tan personal, aunque no autobiográfico, Gemma Blasco, que sufrió una agresión sexual a los 18 años, ha querido plasmar sin tapujos el descenso a los infiernos que viven las víctimas de tan execrable acto. Para la difícil tarea de encarnar a la protagonista, la directora creó un papel a la imagen y semejanza de su amiga desde la época escolar, la actriz Ángela Cervantes. La simbiosis entre actriz y directora es sin duda uno de los puntos fuertes de la película. Ángela hace un trabajo descomunal y se vacía por completo para darnos una fehaciente idea de cómo se siente Alex. Nos muestra a una mujer poderosa físicamente y con una personalidad arrolladora, que se desgarra de un dolor emocional casi indescriptible tras sufrir el abuso. Presentarnos este tipo de mujer tan fuerte me parece otro de los grandes aciertos de la película. El bloqueo, el miedo, la incomprensión, la soledad, la ira, son algunas de las sensaciones que transmite esta actriz en estado de gracia que es Ángela Cervantes, a quien ya le teníamos cogida la matrícula desde su participación en La maternal (2022).

Gemma Blasco utiliza como metáfora en la película la caza del jabalí, algo que conoce de verlo en el pueblo de sus familiares, Torrevelilla. Esa mirada, impregnada de sangre y vísceras, es una visión desde las entrañas de la propia protagonista, que lidia con su repulsión y su asco; se siente sucia y llena de rabia. La única manera de canalizar todas esas emociones es el teatro, y precisamente será la tragedia de Eurípides, Medea, el vehículo con el que Alex intente procesar ese sentimiento de culpa, furia y descontrol que lleva dentro. Ni siquiera su hermano Adrián sabe cómo acercarse a ella y entenderla.

Para finalizar, quiero también apuntar algunos de los buenos momentos visualmente artísticos que nos ofrece la arrebatadora dirección de Gemma Blasco, como por ejemplo, la escena del teatro en la que la protagonista subida en una larga mesa balancea una gran lámpara, o las espasmódicas imágenes en la discoteca. La fotografía, en la que el rojo es un destacado elemento, raya a gran altura. El montaje es también digno de elogio y conduce bien al espectador en esos vaivenes temporales con los que se juega en la película. Una película, por cierto, en la que los pequeños detalles pasan a ser las piezas que faltan para completar el puzzle final.

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Escape (2024) – Rodrigo Cortés

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Escape
Rodrigo Cortés (2024) – España

«¡Que suenen los tambores!», exclamó el director de cine Rodrigo Cortés mientras daba paso a la proyección de su película Escape en el Palacio Ardid de Alcañiz. Y vaya si sonaron, ya desde el surrealista comienzo sonoro con la mítica melodía «Así habló Zaratrusta», en versión entrecortada y deconstruida. Este inicio ya nos advierte a los espectadores que nos espera un «tour de force», en un filme muy poco convencional.

Y como bien dijo el director en el coloquio posterior al visionado de Escape, él no quiere llevar al espectador por uno u otro lado, ni pretende hacerle empatizar con ninguno de los personajes que aparecen en el filme. Simplemente parte de la base de que N, el protagonista, por las causas que sean, pretende bajarse del mundo y pasar el resto de su vida en la cárcel, para no tener que tomar ninguna decisión el resto de su vida.

A partir de aquí, cada espectador va a tener que reaccionar a las situaciones que van a ir sucediendo durante el largometraje. Es curioso, porque en algunos momentos de la proyección, parte del público se reía, pero a la otra parte, la misma situación le parecía más bien triste. Yo soy de estos últimos, porque, aunque es verdad que hay momentos en los que quizás se te pueda escapar una sonrisa, a mí Escape me dejó un regusto amargo. Es una película con un ambiente malsano que no logré quitarme de encima desde el comienzo. La música, la ambientación, los personajes (sobre todo el de N), me desasosiegan por completo. De hecho, me recordaron al regusto que me dejó el visionado de películas como Beau tiene miedo (2023) de Ari Aster, o Balada triste de trompeta (2010), de Alex de la Iglesia.

Lo que sí que tienen que tener claro todos los espectadores, es que todo lo vamos a vivir desde la perspectiva de N. Una visión de una mente estropeada, en la que hay algo que no le deja poder convivir con las reglas de la sociedad. Así que su vida se convierte en una kafkiana lucha contra la rigidez del sistema.

Mario Casas, sobre quien debo confesar que nunca ha sido santo de mi devoción, está a la altura, quizás en el papel más exigente de toda su carrera. Logra construir con bastante credibilidad el personaje de N, siempre cabizbajo, de mirada seria y huidiza, que en ocasiones me recordaba al mismísimo Buster Keaton. Del demás elenco de actrices y actores, es difícil destacar alguno, ya que, aún sin tener papeles de protagonista, en los momentos que aparecen dejan el pabellón muy alto. Se nota la mano en la dirección actoral de Rodrigo Cortés, que trabajó intensamente con Anna Castillo y Guillermo Toledo, al que ha recuperado de nuevo para el cine, o los inmensos José Sacristán, Blanca Portillo y Josep María Pou, que con muy poco, consiguen transmitirnos muchos matices de sus personajes.

El argumento de Escape está basado muy libremente en una novela del mismo título escrita por Enrique Rubio. La historia contaba la relación con la sociedad de un joven cuyos padres lo habían educado según sus criterios, sin salir de casa. Algo así como lo que pudimos ver en la película Canino (2009), de Yorgos Lanthimos. En este caso, Rodrigo Cortés le dio totalmente la vuelta, y como dijo a su amigo Enrique Rubio, intentó honrar la novela, respetando su espíritu, aunque desde otra perspectiva argumental completamente diferente.

La música, por supuesto, es igual de poco convencional que el filme. Así junto al compositor Víctor Reyes, con quien ya trabajó en otras de sus películas, Cortés forma un tándem en el que los instrumentos reales se desecharon en favor de: turutas, juguetes, instrumentos escolares, etc., consiguiendo así retrotraer a una disonante infancia al espectador.

Ni que decir tiene que la fotografía, las localizaciones, o el vestuario, están perfectamente estudiados por el meticuloso Rodrigo Cortés. Cada escena está llena de pequeños detalles que te dan pistas sobre ese lugar, o sobre la personalidad del actor al que estamos viendo. Escape es una película que podrías ver más veces y en la que te seguirás encontrando particularidades en las que no te habías fijado antes. No es de extrañar que, conociendo la personal e intransferible manera de rodar de Rodrigo Cortés, su mentor, guía, amigo y mayor influencia, el legendario Martin Scorsese, se ofreciese a producir Escape.

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Yo capitán (2023) – Matteo Garrone

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Yo capitán
Matteo Garrone (2023) – Italia

Después de ver Yo capitán, la última película de Matteo Garrone, uno de mis directores actuales favoritos, me vino a la cabeza el título de una canción de la banda granadina Niños Mutantes, «Capitán cobarde». Esa es precisamente la sensación que me dejó el filme de un director al que yo suponía, iba a ser más comprometido con la causa. Después de haber sufrido y disfrutado al mismo tiempo del hiperrealismo de películas tan recomendables como Gomorra (2008), o Dogman (2018), me esperaba una denuncia sin ambages de la inmigración que tantas tragedias causa diariamente y nos toca tan de cerca.

No quiero que penséis que Yo capitán no merece la pena, al contrario, debería ser de obligada proyección en los colegios. Pero me da la impresión de que en esta ocasión, Matteo Garrone se ha centrado más en el continente que en el contenido, y le ha dado a la película un aire de superproducción que no le sienta nada bien. Eso sí, la excepcional fotografía, hará que disfrutes de los bellos paisajes del desierto de Libia y de la colorida Dakar en Senegal, origen de Seydou y Moussa, los dos protagonistas del filme.

Por un lado, me parece interesante la propuesta del director de presentarnos a unos chavales que ven Europa como el lugar donde van a poder cumplir sus sueños, porque esa mirada no está puesta desde la desesperación, el hambre, las guerras o la persecución política. A Seydou y Moussa no les falta el plato de comida en su casa, tienen móvil y, en teoría, información de la odisea que puede suponer para un africano el intentar llegar de manera ilegal al continente europeo. Pero curiosamente tienen una visión todavía más idílica de Europa que la que podría tener alguien de una pequeña aldea perdida sin acceso a los medios. ¿Es por inconsciencia juvenil, o quizás por las noticias que llegan a los móviles de estos jóvenes, que son señuelos programados por lobbies interesados? Es una pena que el director no nos lo aclare.

Por otro lado, los chavales que durante meses trabajan a escondidas de sus familias para ahorrar el dinero que los lleve a Europa, reciben todo tipo de avisos, empezando por su propia madre, de que el sueño europeo es una estafa. Muchos conocidos se fueron para poder ayudar económicamente a sus familias en África y nunca más se supo de ellos. Incluso una persona que colabora con las mafias les alerta de que no intenten hacer ese viaje, cosa que me parece inverosímil en la vida real. A pesar de eso, los jóvenes deciden emprender el viaje, ya que, en teoría, sus infantiles sueños de triunfar en el mundo de la música y ganar mucho dinero pesan más que todas las advertencias recibidas. La candidez y la irrealidad en la que viven Seydou y Moussa me recuerdan peligrosamente a las de la generación Alpha (hijos de los millennials), cuyo único objetivo parece ser convertirse en youtubers de éxito. Quizás el temprano y exhaustivo contacto que han tenido con los dispositivos móviles haya influido en ello.

A partir de aquí poco más os puedo contar; empieza un viaje en el que, ahora sí, Matteo Garrone nos muestra la odisea que tienen que pasar los dos muchachos para intentar llegar a su soñado destino. Es sin duda la mejor parte de la película, incluso el director intenta rebajar la dureza de la misma recurriendo al realismo mágico en los momentos de mayor desesperación de Seydou. Descubriremos cómo funciona la maquinaria perfectamente engrasada de las mafias que se lucran a costa del sufrimiento y la necesidad de los inmigrantes, dirigiéndolos a un callejón sin salida con una impunidad y una falta de escrúpulos escalofriante.

Otro aspecto que me parece cuanto menos curioso es que en la película no se señale a la política de ningún país europeo. Es más, no se ve a ningún blanco en todo el metraje, no vaya a ser que incomode a los espectadores del primer mundo que vayan a verla. A pesar de todo, os recomiendo que le deis una oportunidad a Yo capitán, si puede ser en compañía de vuestros hijos, mejor. Os hará reflexionar, aunque sea desde un cómodo y confortable sillón.

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Tierra baja (2024) – Miguel Santesmases

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Tierra baja
Miguel Santesmases (2024) – España

El director de cine Miguel Santesmases vuelve a aparcar para el cine su condición de urbanita, como ya hiciera para su filme Días azules (2006), donde la historia transcurre en un pueblo de la costa gallega. En esta ocasión, traslada el relato de su nueva película, Tierra baja, a los orígenes de sus antepasados, concretamente al pueblo turolense de Belmonte de San José, lugar donde vivía su abuela y del que el director guarda una colección de imborrables recuerdos. Bastantes de esos recuerdos han formado parte en pequeñas pinceladas de la historia de Tierra Baja iniciada por el propio Santesmases ya hace muchos años. Con el paso del tiempo la ha ido vistiendo y desvistiendo, modificando y transmutando hasta que, conjuntamente con la también directora, guionista, e incluso ex-ministra de cultura, Ángeles González-Sinde, han logrado llegar al guion definitivo que ha conformado Tierra Baja.

La película nos cuenta la vida de Carmen, una guionista que ha dejado Madrid y se ha trasladado a la solitaria masía heredada de su abuela en la comarca del Bajo Aragón, para buscar la calma, desestresarse y quizás encontrarse a sí misma. Allí intentará aumentar la producción de sus olivos, con la ayuda de dos amigas que la admiran y de Damián, un manitas que se siente atraído por ella.

En Tierra Baja, Miguel Santesmases ha tirado de emociones, de profesión y de conocimiento del terreno para conformar una historia en la que su alter ego en la película, Carmen (Aitana Sánchez-Gijón), intenta encontrar el equilibrio personal en una etapa de madurez en la que el trabajo ha acabado absorbiendo su vida. «Yo no dejé el cine, el cine me dejó a mí», asegura en un momento de la película. Vacía y dubitativa, busca consejo en los mayores, como siempre se ha hecho en los pueblos. Y como buena guionista, tiene que decidir el camino que va a seguir su propia historia vital. El problema es que una guionista tan perfeccionista y trabajadora tiene muchísimas vías para poder escribir su propio relato. Tantas como las que el propio Miguel Santesmases esbozó para poder crear Tierra Baja.

El peso de la película recae en los dos protagonistas de la misma: Eduardo, un sobrio Pere Arquillué y sobre todo en Carmen, magníficamente interpretada por Aitana Sánchez-Gijón. Por cierto, cabe mencionar que la excelente actriz, va a recibir en los próximos días un merecido Goya de Honor en los premios que otorga la Academia de Cine española.

Los bellos y tranquilos parajes que nos ofrecen la comarca del Mezquín y la ciudad de Alcañiz entre la primavera y el verano, hacen que parezca fácil la gran labor realizada por Alberto Pareja en el apartado de la fotografía, sin duda uno de los más destacados de la película. El sonido también juega un papel importante y es fundamental para infundir el sosiego y la relajación que experimenta Carmen en su masía. Incluso el sonido del cierzo, el viento más característico de Aragón, logra envolver al espectador cuando aparece moviendo las ramas de los árboles entre discreto y amenazante.

La banda sonora creada al piano por el músico Alejandro Román es sencilla pero efectiva. Con una simple melodía basada en un extracto de un tema de Bach, consigue transmitir una especie de emoción muy íntima en las contadas y acertadas apariciones de ese sonido de piano que siempre logra hacerte encoger el alma.

La realización tan artística de Miguel Santesmases nos da la sensación de una manera clásica de hacer películas que ya casi no existe en el cine español. Tierra baja es una obra reflexiva, contemplativa incluso, que invita a mecerse con el canto de los pájaros, el rumor del viento, incluso el silencio, y dejarse llevar por el ritmo de la naturaleza, donde el tiempo corre bastante más despacio que en la urbe, pero cada pequeña cosa tiene su pequeña gran importancia. A mí me ha recordado en ocasiones al cine de Truffaut o Rohmer.

En esta visita a los problemas de la España vaciada, no faltarán el queso y las viandas de la tierra, siempre regadas con buen vino. La jota, el reencuentro, las decisiones del pasado, la amistad, el arraigo ancestral, un baile griego e incluso ¡unas gotas de lluvia! Acércate a la Tierra Baja y destapa esta matrioska una y otra vez hasta que encuentres el guion perfecto que tanto ansía Carmen.

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Ali y Ava (2021) – Clio Barnard

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Ali y Ava
Clio Barnard
(2021) – Reino Unido

Ali y Ava, la película que os propongo en esta ocasión, es una de esas que pasa de puntillas por la cartelera, sin hacer ruido entre el público, y mucho menos entre la crítica especializada, pero que por una o varias razones a mí me ha conquistado. Quizás sea cosa mía, pero han pasado ya varios meses desde que la vi, y todavía a veces pienso en ella. Así que me he decidido a presentárosla con la esperanza de que quizás podáis sentir la conexión tan bonita que experimenté al verla.

El filme nos cuenta la amistad que surge entre dos personas bastante diferentes, Ali y Ava, y transcurre en la ciudad británica de Bradford. Allí, Ali, un pakistaní que es el casero de una vivienda donde se alojan familias eslovacas, conoce a la irlandesa Ava, profesora de la pequeña Sofía, hija de una de las familias alojadas en la casa de Ali. Ellos dos se sienten solos e intentan superar todas las barreras, que son muchas, para lograr salir adelante. La música, en cuyos gustos gustos tampoco coinciden, será el nexo de unión y a la vez el clavo ardiendo al que agarrarse cuando las cosas van mal.

La directora del filme, Clio Barnard, se ha inspirado en dos personas reales para construir el guion y la historia de los protagonistas principales. Ava es una mujer madura, fuerte y cariñosa que ha tenido una vida muy dura, por otro lado, Ali más joven, es amable y extrovertido. A Ava le gusta la música folk y a Ali la música electrónica, sus culturas son diferentes, viven en barrios muy distintos, tienen problemas familiares, y sin embargo, lejos de lo esperado inician una relación de amistad contra viento y marea.

Aparte de contarnos las vicisitudes de Ali y Ava, la directora también se centra en la realidad social de la ciudad de Bradford, que, por supuesto, influye en la vida de los personajes. Como curiosidad, los eslovacos que aparecen como inquilinos en la película son los verdaderos inquilinos del casero real en la que se basa la historia. Incluso la casa de huéspedes en la que se rueda es la auténtica.

La película se desarrolla durante un mes lunar, ya que la luna es un símbolo importante en el Islam. Si bien la luna es importante en el transcurso de esta historia, más lo es si cabe la música, que juega un papel fundamental. La banda sonora es de lo más ecléctica eso sí: viajaremos desde las raíces del country o la música irlandesa, pasando por Bob Dylan, el ska de The Specials, o el punk de los Buzzcocks, a la música electrónica de Sylvan Esso, La Roux, o el hip hop de Ocean Wisdom. Incluso habrá tiempo para escuchar música que bien podría sonar en una producción bollywoodiense.

Envuelta en una oscura fotografía, Ali y Ava nos deja alguna escena remarcable como la de Ali en la niebla, y también una historia honesta y sincera de dos personas que podríamos ser tú y yo en la búsqueda del equilibrio y la estabilidad emocional. Quizás si la música forma parte de tu vida de una manera importante, puedas conectar con Ali y Ava, quizás si no la forme… también.

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La sustancia (2024) – Coralie Fargeat

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

La sustancia
Coralie Fargeat (2024) – Reino Unido

Este mes no me he podido resistir a dar mi opinión sobre la película de la que casi todo el mundo habla, La sustancia. Mi amiga Lucía, quien, por cierto, tuvo un tan interesante como fugaz paso por Compromiso y Cultura (una pena que, por falta de tiempo, no haya podido continuar con su sección), me recomendó este largometraje advirtiéndome de que, quizás después de verlo no le volviese a dirigir la palabra. Al parecer, La sustancia es del tipo de películas que amas u odias para siempre. Yo que no soy un hombre de extremos, acudí al cine sobre aviso y a sabiendas de que Lucía es una habitual del Festival de Cine de Sitges, así que fui mentalizado para probar La sustancia y dejarme llevar por sus efectos. Lo que me encontré fue apabullante, visualmente espectacular, con un comienzo muy original, y un planteamiento muy bien hilado durante la primera parte de la película. El mensaje que la directora francesa Coralie Fargeat nos quiere dar queda bastante claro, y es evidente que caló también en la protagonista Demi Moore, quien se entregó por completo en el complicado papel de Elizabeth Sparkle como jamás lo había hecho en toda su carrera cinematográfica.

THE SUBSTANCE 2024 de Coralie Fargeat Demi Moore. COLLECTION CHRISTOPHEL © Universal Pictures – Working Title Films

El argumento es sencillo: Elizabeth Sparkle es una especie de Jane Fonda (o para los que no teníamos parabólica o televisión por cable en aquellos años) de Eva Nasarre, con un programa de aerobic que triunfa en televisión. Pero los años pasan y la cadena ha decidido prescindir de sus servicios y contratar a alguien más joven. Elizabeth se va a tener que enfrentar cara a cara con su madurez, y en esas está, cuando le ofrecen un producto basado en la división celular que crea un álter ego más joven: la sustancia.

La película, cuyo guion es de Coralie Fargeat, está basada en la dura experiencia que vivió la directora al comenzar su etapa de madurez. Pasados los 40, empezó a sentir una presión autoimpuesta por no cumplir con los estereotipos de belleza que se piden a la mujer en esta sociedad tan hipersexualizada y obsesionada por el culto al cuerpo en la que vivimos. Según palabras de la directora: «Cuando llegas a ciertas edades, si eres mujer desapareces, no cuentas para nada, así que hay una lucha interna por intentar mantenerte joven a toda costa. Es prácticamente imposible aceptarte a ti misma «. Esa lucha de Elizabeth Sparkle por no dejar de ser relevante me recuerda, según avanza la película, a la de Norma Desmond en El crepúsculo de los dioses. Otras películas como Carrie, El resplandor, Videodrome, El hombre elefante o Requiem por un sueño, también me vienen a la cabeza en distintos momentos de La sustancia, así que ya os podéis imaginar por dónde van los tiros…

En definitiva, os puedo asegurar que La sustancia se va a convertir en una película de culto, aunque también aconsejo a las personas con estómagos sensibles o fobia a las agujas, que dediquen su tiempo a otros menesteres más sosegados, antes que intentar aguantar los excesivos e intensos 140 minutos de metraje del filme. En mi humilde opinión, la película llega a un punto en su parte central donde el argumento no avanza, el mensaje se repite, al igual que el uso de los primeros planos que acaba resultando un poco cargante. Para más inri, los últimos 20 minutos del filme desvirtúan un poco todo el planteamiento anterior, y para mí son absolutamente innecesarios, aunque quizás los amantes del gore y la serie B no estén para nada de acuerdo conmigo. Para gustos los colores

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