PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
The apprentice Ali Abbasi (2024) – Canadá
Soy un amante del cine, de la música, de la historia en general, y de las biografías en particular, así que siempre me he sentido atraído por los biopics, que tanto juego dan al mundo cinematográfico. Aunque en los últimos años me da bastante pereza aproximarme a ellos, ya que en la mayoría de las ocasiones son producciones mediocres que no aportan nada nuevo sobre el personaje, e incluso carecen del rigor histórico necesario para ser consideradas medianamente dignas de ver. No es el caso de The Apprentice, la película que os recomiendo en esta ocasión, que además de reunir los ingredientes óptimos para cocinar un buen biopic, cuenta con la dinámica realización de su todoterreno director, el iraní Ali Abbasi.
Es difícil etiquetar o encasillar a este excepcional director. Los cuatro largometrajes que lleva en su haber no tienen nada que ver entre sí, ni en concepto, género, o estética. Su carrera cinematográfica comenzó con Shelley (2016), un intrigante drama de terror. La siguiente, Border (2018), una sobrenatural historia de tintes paranormales, le llevó al reconocimiento de la crítica y el descubrimiento de los cinéfilos. Para su tercer trabajo Holy Spider (2022), cambió totalmente de registro y embarcó al espectador en un peligroso thriller, a la búsqueda de un asesino en serie por las calles de una gran ciudad iraní. Su última incursión en el cine ha sido The Apprentice, un biopic sobre los años iniciáticos de nada más y nada menos que… ¡Donald Trump!
Me acerqué a The Apprentice con la seguridad de que el filme iba a estar magnificamente realizado, pero con las dudas razonables sobre cómo se podía tratar para el cine el explosivo material del que está trufada la controvertida existencia del mandatario norteamericano. Afortunadamente, la película superó ampliamente mis expectativas.
Se podrían hacer miles de películas sobre Donald Trump, desde todos los diferentes puntos de vista políticos, pero está claro que la realidad supera la ficción de todo lo que nos puedan contar sobre el inefable personaje.
En The Apprentice quizás no te sorprenda nada de lo que veas, en ocasiones incluso te parecerá que el filme se queda corto. Pero me parece una acertada visión de la génesis del fenómeno «trumpista», que, con tres conceptos básicos, llegó primero a la cima del poder económico y después a la del poder político, aunque desgraciadamente para el ciudadano de a pie, ambas esferas están indisolublemente unidas.
Utilizando gran cantidad de material de archivo, investigaciones periodísticas hechas para preparar la película y una fotografía granulada que imita a las imágenes de los años 70, Ali Abbasi nos muestra la decadente Nueva York, llena de pobreza, corrupción, drogas y, poco tiempo más tarde, la aparición del SIDA. Lo único que echo en falta, aunque la banda sonora sea notable, es una canción del cronista neoyorquino por excelencia, el legendario Lou Reed.
A pesar de que la película sigue la trayectoria de un barbilampiño Donald Trump, bien podría haber versado sobre el abogado Roy Cohn, que es el verdadero artífice de que este botarate de pelo rubio anaranjado maneje (con permiso de China) los designios de este horrible mundo en que vivimos. De hecho, si te quedas con ganas de más Roy Cohn (lo dudo), tienes varios documentales e incluso una serie que abordan su ignominiosa existencia.
No os quiero contar más, os invito a que asistáis boquiabiertos a la ascensión a la fama y al poder (tanto monta, monta tanto) de este controvertido personaje, que por desgracia no es de ficción. Así que ya sabes, si quieres triunfar en la vida, ataca, niega y nunca admitas una derrota.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Dream scenario Kristoffer Borgli (2023) – Estados Unidos
La original, disparatada y satírica distopía de la película Dream Scenario.
Sinceramente, mis expectativas al comenzar el visionado de la película no eran muy altas. El mal llamado cine independiente americano (podría hacer un símil con la reiterativa definición de «indie español» a los grupos actuales de pop estatal) en escasas ocasiones me ha parecido interesante. Esta engañosa etiqueta, que habla de filmes de bajo presupuesto alejados del circuito comercial, engloba en realidad proyectos con medios económicos y una distribución potente. Nos intentan vender un formato de cine fresco y joven, pero el mensaje que subyace en muchos de estos títulos etiquetados como independientes sigue siendo el mismo discurso moralista, vacío y autocomplaciente que rige en las grandes producciones del cine americano desde hace ya demasiados años. Para acabar de rizar el rizo, el protagonista de Dream Scenario, la película que os quiero recomendar en esta ocasión, es el inefable Nicholas Cage, quien, salvo en contadas ocasiones, nunca ha sido santo de mi devoción.
El verdadero impulso que me llevó a darle una oportunidad a Dream Scenario fue su original y disparatado argumento: la vida de Paul Matthews, un anodino profesor universitario de biología evolutiva, da un giro radical cuando empieza a aparecerse en los sueños de muchas personas. A partir de ese momento su monótona vida cambiará para siempre.
Ya desde el primer momento te das cuenta de que la película es original no sólo en el argumento, sino en el enfoque y en la habilidad que tiene para manejarse entre diferentes géneros cinematográficos con una facilidad pasmosa. De comienzo, ya parece que estemos ante una película de terror o suspense, y no es nada extraño, ya que uno de los productores del filme es nada más y nada menos que Ari Aster, director entre otras de Hereditary (2018) y Midsommar (2019), que se entusiasmó con el guion y arriesgó su dinero en este proyecto. Pero no os equivoquéis, Dream Scenario no es una película de terror, y, aunque se den situaciones cómicas, tampoco es una comedia. Para que os hagáis una idea, podríamos estar hablando de un drama distópico-satírico, si es que se me permite la expresión.
Me sorprendieron también las evidentes denuncias a la sociedad en la que vivimos, lanzadas a diestro y siniestro en Dream Scenario. Realmente no parece una película americana. Y claro, después de verla me informé, y resulta que el director y guionista del filme es un joven noruego llamado Kristoffer Borgli, del que, casualmente, pocas semanas antes había visto un título suyo llamado Sick Of Myself (2022) otra impactante película, que como Dream Scenario critica ferozmente la obsesión que existe hoy en día por nuestra imagen y protagonismo. Evidentemente, la mirada del director escandinavo da un toque muy diferente a esta producción «independiente» americana.
Como bien dijo Calderon de la Barca «Los sueños, sueños son», y son esos sueños los que van a provocar que una persona honesta como Paul Matthews, el típico ciudadano ejemplar, se vea influenciado en su personalidad cuando se dé cuenta de cómo cambia la percepción de su persona en los demás. Nicholas Cage está quizás en uno de sus registros más comedidos y a la vez creíbles de su carrera, para el que incluso fue nominado a los Globos de Oro, en reconocimiento a la caracterización tan notable que hizo en su papel de Paul Matthews.
El poder devastador de las redes sociales, la hipocresía de nuestra sociedad, el capitalismo llevado al extremo, la cultura de la cancelación, los videos virales, las fake news, incluso la estrecha relación entre nuestros temores, frustraciones, deseos… y nuestros sueños, son algunos de los aspectos tratados en el filme, con un humor bastante negro a veces, y algunos toques surrealistas. La genial idea de Dream Scenario se ve desdibujada en su tramo final por un giro de guion que no era para nada necesario. En fin, ese debe ser el ineludible peaje a pasar si tienes que sacar adelante tu proyecto en la industria americana.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Simón de la montaña Federico Luis Tachella (2024) – Argentina
Descubrí esta película hace unos días, en la vigésima edición del Buñuel Calanda International Film Fest. Junto a las ruinas del Castillo de Calanda, en una calurosa noche de verano, bajo un constelado y brillante cielo en el que, cual varita mágica, surgían intermitentes algunas estrellas fugaces, comenzó a proyectarse el vendaval cinematográfico de Simón de la montaña.
Y es que, la ópera prima del director argentino Federico Luis Tachella comienza con y cómo un huracán, y una vez dentro es imposible salir. En ella nos cuenta los avatares de Simón, un joven que no está cómodo ni con su familia, ni en un mundo que no parece diseñado para él. Pero encuentra a Pehuén, un discapacitado con el que hace amistad y del que ya no quiere separarse.
El leitmotiv del festival calandino es el de «las películas que hubiera querido ver Buñuel«, así que, por supuesto, todos los filmes que se proyectan tienen que ver con el legado del director bajo aragonés. En esta ocasión, ya sólo por el título, que hace clara referencia a Simón del desierto (1965), la obra de Tachella parece estar destinada a incluirse en este certamen. Pero es que nada más comenzar, un elemento arquitectónico en el que se desarrolla la acción nos retrotrae al pedestal sobre el que el asceta Simón hacía penitencia en el desierto. Curiosamente, el propio director, en el coloquio que se hizo después de la proyección desarmó mi teoría. Aunque reconoció el innegable influjo de Buñuel en su película, explicó que utilizó el lugar de la curiosa estatua porque era mucho más económico que rodar esa escena en una montaña. Así que del ingenio y la practicidad surgió una casualidad que engarza con uno de los títulos de culto de la filmografía del de Calanda.
El estilo de dirección de Federico Luis Tachella, de vertiginosos movimientos cámara en mano, me recuerda en ocasiones, al cine de los hermanos Dardenne. Pero, para mí, el auténtico acierto del argentino es el enfoque nada condescendiente que da a su filme. La naturalidad con la que rueda las escenas dejando a los nóveles, que no discapacitados, actores (como bien remarcó el director al finalizar la película), expresarse en cada situación requerida, le da un poso de autenticidad y verosimilitud a las situaciones que se van desarrollando a lo largo de la trama.
Federico Luis tiene experiencia previa como director de teatro de discapacitados, y esa experiencia le ha servido para darse cuenta de que nosotros mismos estamos llenos de imperfecciones, y quizás no sepamos valorar que desde la imperfección se puede vivir una vida plena. En Simón de la montaña nos muestra a estas PERSONAS que simplemente quieren vivir la vida como el resto, pero que nuestros propios prejuicios, tabúes, e ideas preconcebidas impidan que puedan hacerlo. El único actor profesional del filme es Lorenzo Ferro, magnífico en la interpretación de Simón, con el que el director tuvo que trabajar arduamente su papel. Los debutantes e «imperfectos» actores, al contrario, hicieron fácil el rodaje al equipo como resalté anteriormente. De hecho, la relación entre Federico Luis y Pehuén Pedre, uno de sus alumnos en la vida real y otro de los protagonistas del filme, fue el origen de esta notable película.
Después de ver Simón de la montaña me viene a la cabeza la exitosa, pero en mi opinión, desaprovechada película Campeones, de un director que me encanta, Javier Fesser, quien perdió una gran oportunidad de mostrarnos la realidad de las personas con discapacidad y se quedó tan sólo en la superficie. Las dos películas, tratando del mismo tema, son antagónicas, y es esa mirada tan humana que consigue mostrarnos Tachella desde la singular idiosincrasia de las personas con dificultades, la que me conmueve y me reafirma en el necesario papel, no sólo cultural y artístico, que tiene el cine en la sociedad. En definitiva, Simón de la montaña es una magistral, atípica, humana y desprejuiciada mirada sobre la discapacidad y el rechazo a lo diferente.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Sirât Oliver Laxe (2025) – España
Antes de comenzar esta reseña, debo de ser sincero. A pesar de mi amor por la música, desconozco por completo el movimiento rave. Tengo que advertir que tal ignorancia está causada por el rechazo irracional que me ocasiona ese tipo de música. Ya que, lejos de liberar mis sentidos como hacen otro tipos de géneros musicales, me produce el efecto contrario, es más, me transmite agobio y malas vibraciones.
Dicho esto, y a sabiendas del argumento de Sirât, decidí acudir a la sala de cine y aguantar el chaparrón rave sólo porque el director de esa improvisada fiesta de música electrónica era Oliver Laxe. Y es que sus dos obras precedentes: Mimosas (2016) y O que arde (2019) significaron un soplo de aire fresco para las nuevas generaciones del cine europeo.
En Sirât, Oliver Laxe confirma que continúa en línea ascendente. Sigue agitando conciencias y lo hace de una manera muy particular. El argumento de la película no importa, los personajes apenas se desarrollan, pero esto no es óbice para que el director se saque de la manga una desoladora road movie, que os aseguro va a convertirse en una película de culto.
Sirât está llena de metáforas, de símbolos, de alegorías, de mensajes, de ideas, que Oliver Laxe lanza con crudeza al espectador. Es una película que, para bien o para mal, no deja indiferente a nadie. Su punto de partida es una fiesta rave en el desierto de Marruecos, (en la realidad, la Rambla Barrachina en Teruel), donde llegan un hombre y su hijo adolescente. Buscan a Mar, su hija mayor, que lleva cinco meses desaparecida.
En el contexto islámico, As-Sirât es el puente que se extiende sobre el infierno y conduce al paraíso. Ese puente quizás simbolice la búsqueda de la felicidad intrínseca en el ser humano. Los personajes de Sirât tienen en la búsqueda ese nexo común. Por una parte, Luis y su hijo Esteban buscan a Mar, pero el padre también intenta entender qué buscaba su hija en esas raves. Por otra parte, los raveros persiguen la felicidad a través de la música y de sus propias reglas, ya que no quieren aceptar las normas impuestas por la sociedad.
Sirât refleja el hedonismo del primer mundo. Que se mira el ombligo, mientras hace oídos sordos a los gritos de desesperación de los ciudadanos de segunda a los que previamente ha robado y después ha dejado abandonados a su suerte. Como se dice en un momento de la película «el fin del mundo hace años que ha llegado», la distopía ya es una realidad. Eso es lo que parece querer remarcar el filme, en un mundo inhóspito donde el petróleo sigue siendo fundamental, y el estado de excepción ha pasado a ser el estado habitual.
La película evoca ese mundo apocalíptico de filmes como Mad Max, la desesperación, el miedo a la muerte y la precariedad de El salario del miedo, o la tensión de Land of mine. Incluso hay un pequeño guiño a Freaks (La parada de los monstruos), en la camiseta que lleva uno de los raveros, y en ese pequeño circo ambulante que parecen formar. Todo ello está reforzado por una sobrecogedora fotografía de una belleza hipnótica, y, por supuesto la mística y sensorial música que acompaña a los raveros en ese viaje hacia ninguna parte y que se va tornando cada vez más amenazadora.
Si exceptuamos a Sergi López que hace el papel de padre, y al joven Bruno Ñúñez que es el hijo, los demás personajes son raveros franceses auténticos, no son actores profesionales. Hacen un digno trabajo con sus personajes, que como ya he dicho antes, tampoco tienen mucha profundidad. Lo importante, como queda suficientemente claro, es el mensaje. Los innumerables símbolos que vemos, como por ejemplo los bafles, elemento muy importante de la película, nos van guiando por el largo y desconocido camino. Por ejemplo, el símil que se hace con la imagen televisiva de La Meca es magistral.
Pero no os quiero, ni puedo contar más, espero que vayáis a ver Sirât sin haber leído nada de ella, que no os hagan spoiler. Simplemente agarraos fuerte a la butaca, porque este intenso y sensorial viaje de búsqueda va a ser de una magnitud extraordinaria.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Lo que queda de ti Gala Gracia (2025) – España
En los últimos tiempos han ido apareciendo una nueva generación de jóvenes directoras que tienen en común el enfoque autobiográfico, íntimo y naturalista que dan a sus películas. Filmes como Verano 1993 (2017), Carmen y Lola (2018), La inocencia (2019), Las niñas (2020), Libertad (2021), Cinco Lobitos (2022), La furia (2025), o Sorda (2025), han recibido el reconocimiento de público y crítica en festivales a nivel estatal e incluso europeo. A esta incompleta lista de películas, habría que añadir un nuevo título, Lo que queda de ti, la ópera prima de la directora Gala Gracia que nos presenta una autobiográfica y certera mirada a la situación del mundo rural en nuestra época.
Lo que queda de ti es el resultante de la manera en que la directora eligió exorcizar los sentimientos producidos por la muerte de su padre. Partiendo de esa base y de sus vivencias personales, Gala Gracia crea una historia de regreso al hogar abandonado, de intento de redimir culpas, de ajustar cuentas con el pasado y de llenar los huecos vacíos provocados por la ausencia.
Sara, que está a punto de grabar un disco de jazz en Nueva York, regresa a su pueblo natal en el Pirineo oscense tras el fallecimiento de su padre. Durante unos días, junto a su hermana Elena, tendrá que decidir qué hacen con el rebaño de ovejas y las tierras que les ha dejado en herencia su padre. Esta es la premisa con la que parte Lo que queda de ti. El reencuentro de las hermanas nos plasma las diferentes maneras de afrontar la pérdida del padre. Por una parte, Elena, que sigue viviendo en el pueblo, se dedica a la cría de cerdos. Acostumbrada al duro trabajo, sabe que el cuidado de las ovejas es todavía más esclavo y menos rentable que el de los cerdos. Por otra parte, Sara, que abandonó el pueblo hace años y priorizó sus estudios, anteponiéndolos a su familia, se resiste a vender el único vínculo que puede mantener del padre, su rebaño de ovejas. Ni que decir tiene que Sara (Laia Manzanares) y Elena (sin duda la actriz del momento, Ángela Cervantes) están muy convincentes en su personajes. Cabe apuntar que las dos actrices estuvieron en la propia granja de la directora, durante la época de partos, para imbuirse del duro día a día en una explotación ganadera.
En un loable ejercicio de naturalismo, veremos un enfoque nada idealizado de lo que es la vida en el campo. En especial, se muestra el mundo de la ganadería ovina, un trabajo que necesita atención los 365 días del año. Veremos las dificultades que conlleva el cuidado y el manejo del ganado, en concreto el de la raza xisqueta, una resistente estirpe cuyo hábitat es el Pirineo Central y que está acostumbrada al pastoreo extensivo. Se trata de una práctica que, como se denuncia en la película, está cada vez más en desuso y está provocando el empobrecimiento del suelo y la biodiversidad, con el consiguiente riesgo de incendios forestales y la reducción de la cabaña ovina de la raza xisqueta, que ya de por sí se considera amenazada.
La fotografía de la película, rodada, por cierto, en formato panorámico, realza la magnitud de los paisajes de la comarca de Ribagorza en el Prepirineo oscense. Nos presenta unos lugares tan bellos como inhóspitos, con los tonos ocres y los cielos grises del invierno. La nieve casi brilla por su ausencia (es lo que tiene el cambio climático), pero, a pesar de todo, la sensación de aislamiento y la hostilidad del clima están presentes durante todo el filme.
Otro de los elementos fundamentales y grandes aciertos de la película es la fantástica música de jazz escrita por el pianista y compositor portugués Filipe Raposo, que se ha llevado el premio a la mejor banda sonora original del Festival de Málaga de este mismo año. Como es evidente, la música es la manera que Sara tiene para poder sacar fuera de sí todas sus frustraciones, su dolor, su rabia, sus indecisiones, sus sentimientos de culpabilidad…
En definitiva, Lo que queda de ti es una intimista y veraz visión de la vida rural, un reencuentro con las raíces que busca la expiación. Un retorno a los días en los que tu universo no abarcaba más allá de las montañas que tapaban el horizonte de tu vista.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Sorda Eva Libertad (2025) – España
No me considero un cinéfilo recalcitrante, pero tengo la costumbre de intentar ver las películas extranjeras en versión original con subtítulos, cosa que cada vez es más difícil en el caso de un estreno. Aun así, siempre me he preguntado por qué las películas españolas de estreno no llevan subtítulos, para poder llegar a todo el público. Las personas sordas no pueden disfrutar del cine hasta mucho después de su estreno, y eso si hay suerte y la película se ha comercializado en DVD, o se ha pasado en televisión.
Esta reflexión, que lleva años conmigo, se ha acentuado todavía más, si cabe, después de ver la interesante película Sorda, la primera de la historia del cine español (parece mentira) protagonizada por una persona sorda. Este desconcertante dato me hizo pensar que tampoco ha habido muchos actores protagonistas sordos en el cine internacional. A todos nos viene al recuerdo el Oscar que se llevó la actriz Marlee Matlin por Hijos de un Dios menor (1986), y poco más. El triunfo en taquilla de la película francesa La familia Bélier (2014), visibilizó en clave de comedia, la discapacidad auditiva, pero ninguno de sus personajes principales era sordo. El evidente remake americano se estrenó siete años más tarde, y así CODA: Los sonidos del silencio (2021), hizo que el actor sordo Troy Kotsur se llevará el Oscar a mejor actor de reparto.
Siempre que una película me resulta interesante, me gusta bucear por internet buscando información sobre aspectos de la misma. En este caso, revisé por encima el estudio presentado el año 2023 por el Instituto Nacional de Estadística. El informe refleja que en España hay más de 1 200 000 personas con discapacidad auditiva. Esto significa que, más o menos, uno de cada cinco habitantes tiene problemas auditivos. De ellos, la mayoría utiliza el lenguaje oral para comunicarse, mientras que una cifra cercana a los 28 000 utilizan la lengua de signos. Después de leer estos datos y de haber visto la película, todavía me parece más incomprensible lo poco concienciados que estamos con el colectivo de los sordos, ya que podríamos evitar algunas barreras o dificultades que puedan tener, simplemente implementando mejoras y adaptándonos un poco a sus necesidades.
La película Sorda parte del cortometraje del mismo título con el que la directora Eva Libertad fue nominada al Goya a mejor cortometraje de ficción el año 2021. Este, su primer largometraje, tiene las mismas premisas. Nos cuenta la relación de una persona sorda, Ángela, con el mundo oyente. Eva Libertad y su hermana en la vida real, Miriam Garlo, sorda desde los siete años, construyen esta emotiva, poética, lúcida y reflexiva visión sobre la a veces complicada integración de una persona sorda en la vida cotidiana.
Ángela, que convive con Héctor, su pareja oyente, vive el embarazo como cualquier madre, con sus inseguridades, temores…, pero también con la incertidumbre de si su bebé podrá oír o no. A partir de esta premisa, la película nos va a llevar por el vaivén emocional que van a experimentar Ángela y Héctor, además de darnos a conocer a los espectadores oyentes el mundo tan cercano, pero a la vez tan desconocido, de las personas con discapacidad auditiva.
No quiero destriparos la película, simplemente me gustaría recalcar algunos grandes momentos, como por ejemplo el del parto, que está realizado con una veracidad y credibilidad pocas veces vista en el cine. La escena de la discusión de la pareja también es otro momento álgido y fenomenalmente resuelto por la directora.
Está claro que el vínculo familiar y vital entre la directora y la protagonista hace que esta película sea real y por ende creíble. La construcción del personaje de Ángela, con ese punto de imperfección, es un ejemplo de ello. Aparte de esta fenomenal simbiosis entre las hermanas en la vida real, Álvaro Cervantes, que hace de Héctor en el filme, realiza un excelente trabajo actoral infundiendo humanidad a su personaje. Estuvo durante un año aprendiendo lengua de signos para preparar el papel.
En otros aspectos técnicos cabe destacar, cómo no, la importancia del sonido en el filme. La directora ha sabido inteligentemente jugar con el espectador, y no diré cómo, con el uso del mismo. Este recurso utilizado, tiene una importancia clave en la percepción de la película por parte del espectador, consiguiendo con todo ello que la película llegue a sordos y oyentes a la vez utilizando una novedosa adaptación de subtítulos, que bien podría usarse en adelante en todas las películas que se estrenen en nuestro idioma.
En definitiva, creo que con Sorda, Eva Libertad ha conseguido de largo su propósito de mostrarnos las dificultades de comunicación, aceptación y algunas otras barreras, que nosotros los oyentes no hemos sabido (o no hemos querido) adaptar para que la accesibilidad, la igualdad y la integración de las personas con discapacidad auditiva sea plena en nuestra sociedad.