PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La maternal Pilar Palomero (2022) – España
Ver la película que os recomiendo este mes, La maternal, me hizo buscar datos sobre las madres adolescentes en este país, y quedé estupefacto al comprobar que según datos del año 2021, más de 1.700 menores de edad dieron a luz en España. Eso quiere decir que cinco niñas al día se enfrentan a la maternidad con edades comprendidas entre los 14 y los 17 años. En generaciones anteriores la maternidad tan temprana se achacaba a la falta de educación sexual. Quizás tengamos que mirarnos un poco el ombligo y entonar el mea culpa, porque está claro que algo estamos haciendo mal.
La directora zaragozana Pilar Palomero vuelve a ahondar en el mundo de la adolescencia femenina, como ya hizo en su aclamada opera prima Las niñas (2020). La maternal, en mi opinión, supera su debut. Precisamente rodando su primera película llegó a sus oídos la existencia en Barcelona de una casa de acogida para menores embarazadas. Desde el primer momento la directora se interesó por el tema, por supuesto visitó el centro y quiso hacer este gran homenaje a todas ellas en este necesario filme.
Ni que decir tiene que la mayoría de las actrices no son profesionales, sino menores que están en la casa de acogida donde se ha rodado parte de la película. La otra parte se grabó entre Barcelona ciudad y Los Monegros, curiosamente en localizaciones utilizadas en su día por Bigas Luna para rodar Jamón, jamón (1992).
Pilar Palomero sabe trabajar con adolescentes y lo demuestra dirigiendo a una prometedora joven llamada Carla Quílez, a quien descubrió en Instagram tras ver los videos bailando reguetón que colgaba la adolescente. Para el personaje de la madre eligió a Ángela Cervantes, que en mi opinión refleja el papel de progenitora de familia desestructurada de manera sublime. A las verdaderas madres adolescentes que también forman parte del elenco de actores de la película nos las presenta en tono documental, de una manera similar a como hiciese en su día Montxo Armendariz en No tengas miedo (2011), filme que ya recomendamos en esta misma sección.
La maternal nos narra la vida de la joven Carla que vive con su madre en un viejo restaurante de carretera situado en las afueras de un pueblo. La vida no es fácil para las dos, y la relación entre ellas es tumultuosa. Carla, ante las ausencias prolongadas de su madre, se dedica a faltar a clase y a meterse en líos junto a su amigo Efraín.
Pilar Palomero afronta las situaciones que viven de primera mano estas todavía niñas, que de repente se ven en la tesitura de enfrentarse a un embarazo y una maternidad para la que ni por asomo están preparadas. Y lo hace sin posicionarse en temas como el aborto o el derecho a la vida, desde una mirada positiva dentro de la cruda realidad que viven estas niñas, que incluso son señaladas, criticadas y excluidas por la gente que les rodea.
Pero eso sí, en La maternal quedan claros algunos de los múltiples factores que hacen que esta dura realidad social siga perpetuándose en el tiempo. Algunos de ellos son: las familias desestructuradas que siempre llevan consigo carencias afectivas y educacionales; la escasez de medios desde la administración para con estas niñas; y, sobre todo, ese incierto futuro que se cierne sobre una nueva familia que ya de por sí nace rota y que tiene los visos de repetir el mismo camino que ha llevado a esa niña a ser madre a tan temprana edad.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Cinco lobitos Alauda Ruiz de Azúa (2022) – España
De un tiempo a esta parte las jóvenes directoras de cine en nuestro país se han convertido en la punta de lanza y en la referencia principal con la que el cine español puede mostrar orgulloso a todo el mundo su buen hacer tras las cámaras. El despegue fue primero a nivel nacional con la película Verano 1993, dirigida por Carla Simón. Después llegó Pilar Palomero con Las niñas, hasta que este mismo año, y de nuevo Carla Simón, ha conquistado al público y a la crítica del Festival de cine de Berlín con la notable Alcarrás.
Pero la cosa no se queda ahí, a esta lista de prometedoras directoras hay que añadir sin duda un nuevo nombre, el de Alauda Ruiz de Azúa, que me ha sorprendido gratamente con su debut cinematográfico Cinco lobitos. Ya lo dice el refrán, «Madre no hay más que una…», y en eso se convierte la película, en todo un homenaje a la madre y a la maternidad. Pero este no es el típico acto en el que todo el mundo echa flores al homenajeado. Si por algo destaca Cinco lobitos es por su veracidad, la película desprende autenticidad y no se queda en medias tintas para mostrar la verdadera realidad de la situación que viven las parejas jóvenes que acaban de ser padres por primera vez.
Aparte del gran guion escrito por la propia directora, cabe destacar el fenomenal duelo interpretativo mantenido durante la película por Laia Costa y la veterana Susi Sánchez. Esta última interpreta un papel que nos recuerda bastante al que hizo para la película La enfermedad del domingo, la cual recomendamos desde estas mismas páginas hace algunos números. También aparecen, pero en roles más secundarios (curiosamente como el que tienen en sus respectivas relaciones), Ramón Barea y Mikel Bustamante como abuelo y padre respectivamente. Otro gran acierto de una película con una carga tan emotiva es no caer en el sentimentalismo fácil. La directora se muestra sobria y comedida en ese aspecto, dejando que en los momentos más emotivos los silencios y las miradas sean los protagonistas.
En Cinco lobitos podremos presenciar las diferentes maneras de enfocar la maternidad de dos mujeres de la misma sangre, pero de distintas generaciones, y en menor medida el escaso compromiso paternal de los dos protagonistas masculinos, que por desgracia no parece haber cambiado mucho con el tiempo. La película también nos presenta ese vínculo especial que sin duda existe entre una madre y una hija, esos lazos invisibles casi telepáticos en los que la complicidad aparece a pesar de la poca comunicación que hubo entre ambas en el pasado. Como el mes anterior en el que comentamos la película 80 egunean, vuelve a aparecer el reservado carácter de los vascos, a los que tanto nos cuesta expresar nuestras emociones, sobre todo en relación a las personas más queridas. Y es que mucha parte de la película se desarrolla en el País Vasco, lugar donde nació y pasó su infancia la protagonista. Concretamente, se rodó en los parajes de Mundaka (famosa en el mundo de los surfistas por su ola izquierda) y Bakio, ambos en la provincia de Bizkaia, bonitos paisajes llenos de luz que iluminan esta a veces amarga película.
Aunque la directora se encarga en el guion de rebajar la elevada carga dramática de la película con algunos toques de humor (en ocasiones negro), es difícil mantener la compostura durante el metraje de la misma, así que te recomiendo que tengas a mano un paquete de pañuelos de papel, porque Cinco lobitos te va a llegar muy adentro y va a hacer aflorar tus sentimientos (hacía tiempo que no veía tanta gente llorando en un cine). Pero no sólo eso, quizá lo más importante es que la película te haga replantear tu relación con tu madre o con tu hija. Y quizás, cuando acabes de verla también te demuestre que a veces eres feliz y no lo sabes…
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Sole
Carlo Sironi (2019) – Italia
Tema peliagudo el que nos presenta Sole, la ópera prima del director italiano Carlo Sironi. Esperemos que esta película le abra puertas para continuar su carrera cinematográfica ya que, a pesar de no ser una obra redonda, todo apunta a que este nuevo director pueda convertirse en uno de los nuevos referentes del cine italiano e incluso europeo -me atrevería a decir-.
Sole nos cuenta la gris vida de Ermanno en una pequeña ciudad costera cercana a Roma. El joven pasa su vida jugando a las máquinas tragaperras mientras subsiste a base de pequeños robos. Un día su tío le propone darle dinero si acepta ser marido de una joven polaca embarazada para que cuando ella tenga el bebé simulen que no pueden hacerse cargo de él y el tío, como tutor legal, pueda adoptarlo. Ermanno se tiene que encargar de cuidar de Lena, la joven polaca, durante todo lo que quede de gestación. Para ello su tío le ha dejado un piso y le va a suministrando dinero para lo que vayan necesitando mientras tanto.
Y aquí comienza esta historia en la que, aparte de la gestación subrogada, el director nos va a ir mostrando otros temas no menos importantes como la situación actual de muchos jóvenes que viven en barrios periféricos de las ciudades, provienen de familias desestructuradas y cuyo futuro no es nada halagüeño: paro, delincuencia, droga, empleo precario, etc. También nos muestra claramente las dos Europas, la pudiente que se aprovecha sin ningún tipo de reparo de la otra Europa, la menos desarrollada.
El director a pesar de ello, no sabemos si intencionadamente, no se mete en profundidad en ninguno de estos temas y deja que el espectador sea el que vaya observando y prejuzgando las situaciones que se van a ir dando durante el transcurso de la película. Ocurre lo mismo con los dos principales protagonistas, Lena y Ermanno; poco nos va a desmenuzar de la compleja personalidad de ambos, así que más trabajo para el espectador. Lo que sí ha conseguido el director es mostrarnos el alma y los sentimientos de estos dos jóvenes apáticos, herméticos, desesperanzados y muy parcos en palabras. De ahí podemos discernir que en lo que llevan de vida ha habido más sinsabores que premios, y que de afecto en el ámbito familiar han estado bastante escasos.
Con una fría fotografía de tono azulado y en un formato de cine no habitual -la película esta rodada en formato 4:3- el director nos muestra el desangelado mundo interior de la joven pareja de conveniencia con unos encuadres que hacen los espacios aún más vacíos si cabe, vacíos de vida, de emociones. La banda sonora es casi inexistente y hasta las máquinas tragaperras parecen desganadas en su habitual soniquete mientras avanzan las jugadas.
De los actores poco puedo decir, el personaje de Ermanno es de pocas palabras y Lena, aunque se defiende aceptablemente en el idioma italiano, tampoco tiene muchas ganas de interactuar con su desconocido marido convertido ahora en guardián de ella y de su futuro bebé. Así que tiene mérito que estos dos jóvenes y desconocidos actores hayan sabido crear con toda la contención que les exigen sus personajes dos sólidos trabajos en los que prácticamente con la mirada y con nula gesticulación nos tienen que mostrar su enrevesado mundo interior.
En definitiva, os aconsejo que veáis Sole, una propuesta muy interesante por su fondo y sus formas, y que aunque es exigente con el espectador, creo que la experiencia es bastante enriquecedora. Cine de autor que nos coloca un espejo de la realidad en el que necesariamente debemos mirarnos.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Tenemos que hablar de Kevin
Lynne Ramsay (2011) – Reino Unido
Este mes os propongo el visionado de Tenemos que hablar de Kevin, una película que trata el tema de las relaciones entre padres e hijos de manera políticamente incorrecta. El peso de la misma recae en Eva,la madre (una magistral Tilda Swinton a la que su papel le viene como anillo al dedo),y Kevin,su hijo (un inquietante Ezra Miller). El padre, como en muchas familias convencionales está ahí, pero no se involucra de la misma manera que la madre con su hijo.
La película está basada en la novela del mismo nombre escrita por la escritora estadounidense Lionel Shriver, que por supuesto te recomiendo que leas aunque mejor después de ver la película: quizás te aclare algunas cosas que no hayas podido descifrar en el film. Como no podría ser de otra manera la directora de la película es una mujer, en este caso la escocesa Lynne Ramsay.
Tenemos que hablar de Kevin es una película muy visual, plagada de simbolismos (bastante obvios por cierto) que nos muestran la visión de Eva en la relación con su hijo, y lo que es más importante,los sentimientos que esta le provocan. Los primeros 30 minutos son bastante caóticos, una serie de piezas de rompecabezas que al final tienen su sentido; quizás el caos lo busque la propia directora para mostrarnos el estado en que se encuentra la madre en ese momento de su vida. Pero no os preocupéis,a partir de entonces la película os mantendrá en vilo y no os soltará hasta el final.
La película nos muestra una familia de clase media-alta con un aparente marco de tranquilidad y normalidad. Las imágenes,asépticas y frías,nos van envolviendo hasta crear una atmósfera asfixiante, casi claustrofóbica, en contraste con unas canciones alegres y luminosas que en alguna ocasión rozan el vídeo-clip.
Y es que Tenemos que hablar de Kevin aborda el tema de la maternidad desde una perspectiva raramente tratada en el mundo del celuloide:la de las dudas maternas, la inseguridad, el sentimiento de culpa, la responsabilidad,etc.sin buscar culpables,eso sí, pero quizás pueda resultar molesto para el espectador más convencional.
Las imágenes que veremos son impactantes y perturbadoras y las reacciones de Eva y Kevin pueden llegar a desconcertarnos, aunque creo que muchas madres podrán llegarse a sentirse identificadas con Eva durante el transcurso de la película.
Cuando veas Tenemos que hablar de Kevin no se si te quedarán muchas ganas de hablar, pero te aseguro que tu cerebro no habrá parado ni parará de cavilar buscando una respuesta para la cantidad de sensaciones y preguntas que se te van a ir planteando en el transcurso del film. Seguramente un escalofrío recorrerá tu espalda al pensar que también te puede pasar a ti.