PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Ali y Ava Clio Barnard (2021) – Reino Unido
Ali y Ava, la película que os propongo en esta ocasión, es una de esas que pasa de puntillas por la cartelera, sin hacer ruido entre el público, y mucho menos entre la crítica especializada, pero que por una o varias razones a mí me ha conquistado. Quizás sea cosa mía, pero han pasado ya varios meses desde que la vi, y todavía a veces pienso en ella. Así que me he decidido a presentárosla con la esperanza de que quizás podáis sentir la conexión tan bonita que experimenté al verla.
El filme nos cuenta la amistad que surge entre dos personas bastante diferentes, Ali y Ava, y transcurre en la ciudad británica de Bradford. Allí, Ali, un pakistaní que es el casero de una vivienda donde se alojan familias eslovacas, conoce a la irlandesa Ava, profesora de la pequeña Sofía, hija de una de las familias alojadas en la casa de Ali. Ellos dos se sienten solos e intentan superar todas las barreras, que son muchas, para lograr salir adelante. La música, en cuyos gustos gustos tampoco coinciden, será el nexo de unión y a la vez el clavo ardiendo al que agarrarse cuando las cosas van mal.
La directora del filme, Clio Barnard, se ha inspirado en dos personas reales para construir el guion y la historia de los protagonistas principales. Ava es una mujer madura, fuerte y cariñosa que ha tenido una vida muy dura, por otro lado, Ali más joven, es amable y extrovertido. A Ava le gusta la música folk y a Ali la música electrónica, sus culturas son diferentes, viven en barrios muy distintos, tienen problemas familiares, y sin embargo, lejos de lo esperado inician una relación de amistad contra viento y marea.
Aparte de contarnos las vicisitudes de Ali y Ava, la directora también se centra en la realidad social de la ciudad de Bradford, que, por supuesto, influye en la vida de los personajes. Como curiosidad, los eslovacos que aparecen como inquilinos en la película son los verdaderos inquilinos del casero real en la que se basa la historia. Incluso la casa de huéspedes en la que se rueda es la auténtica.
La película se desarrolla durante un mes lunar, ya que la luna es un símbolo importante en el Islam. Si bien la luna es importante en el transcurso de esta historia, más lo es si cabe la música, que juega un papel fundamental. La banda sonora es de lo más ecléctica eso sí: viajaremos desde las raíces del country o la música irlandesa, pasando por Bob Dylan, el ska de The Specials, o el punk de los Buzzcocks, a la música electrónica de Sylvan Esso, La Roux, o el hip hop de Ocean Wisdom. Incluso habrá tiempo para escuchar música que bien podría sonar en una producción bollywoodiense.
Envuelta en una oscura fotografía, Ali y Ava nos deja alguna escena remarcable como la de Ali en la niebla, y también una historia honesta y sincera de dos personas que podríamos ser tú y yo en la búsqueda del equilibrio y la estabilidad emocional. Quizás si la música forma parte de tu vida de una manera importante, puedas conectar con Ali y Ava, quizás si no la forme… también.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La sustancia Coralie Fargeat (2024) – Reino Unido
Este mes no me he podido resistir a dar mi opinión sobre la película de la que casi todo el mundo habla, La sustancia. Mi amiga Lucía, quien, por cierto, tuvo un tan interesante como fugaz paso por Compromiso y Cultura (una pena que, por falta de tiempo, no haya podido continuar con su sección), me recomendó este largometraje advirtiéndome de que, quizás después de verlo no le volviese a dirigir la palabra. Al parecer, La sustancia es del tipo de películas que amas u odias para siempre. Yo que no soy un hombre de extremos, acudí al cine sobre aviso y a sabiendas de que Lucía es una habitual del Festival de Cine de Sitges, así que fui mentalizado para probar La sustancia y dejarme llevar por sus efectos. Lo que me encontré fue apabullante, visualmente espectacular, con un comienzo muy original, y un planteamiento muy bien hilado durante la primera parte de la película. El mensaje que la directora francesa Coralie Fargeat nos quiere dar queda bastante claro, y es evidente que caló también en la protagonista Demi Moore, quien se entregó por completo en el complicado papel de Elizabeth Sparkle como jamás lo había hecho en toda su carrera cinematográfica.
El argumento es sencillo: Elizabeth Sparkle es una especie de Jane Fonda (o para los que no teníamos parabólica o televisión por cable en aquellos años) de Eva Nasarre, con un programa de aerobic que triunfa en televisión. Pero los años pasan y la cadena ha decidido prescindir de sus servicios y contratar a alguien más joven. Elizabeth se va a tener que enfrentar cara a cara con su madurez, y en esas está, cuando le ofrecen un producto basado en la división celular que crea un álter ego más joven: la sustancia.
La película, cuyo guion es de Coralie Fargeat, está basada en la dura experiencia que vivió la directora al comenzar su etapa de madurez. Pasados los 40, empezó a sentir una presión autoimpuesta por no cumplir con los estereotipos de belleza que se piden a la mujer en esta sociedad tan hipersexualizada y obsesionada por el culto al cuerpo en la que vivimos. Según palabras de la directora: «Cuando llegas a ciertas edades, si eres mujer desapareces, no cuentas para nada, así que hay una lucha interna por intentar mantenerte joven a toda costa. Es prácticamente imposible aceptarte a ti misma «. Esa lucha de Elizabeth Sparkle por no dejar de ser relevante me recuerda, según avanza la película, a la de Norma Desmond en El crepúsculo de los dioses. Otras películas como Carrie, El resplandor, Videodrome, El hombre elefante o Requiem por un sueño, también me vienen a la cabeza en distintos momentos de La sustancia, así que ya os podéis imaginar por dónde van los tiros…
En definitiva, os puedo asegurar que La sustancia se va a convertir en una película de culto, aunque también aconsejo a las personas con estómagos sensibles o fobia a las agujas, que dediquen su tiempo a otros menesteres más sosegados, antes que intentar aguantar los excesivos e intensos 140 minutos de metraje del filme. En mi humilde opinión, la película llega a un punto en su parte central donde el argumento no avanza, el mensaje se repite, al igual que el uso de los primeros planos que acaba resultando un poco cargante. Para más inri, los últimos 20 minutos del filme desvirtúan un poco todo el planteamiento anterior, y para mí son absolutamente innecesarios, aunque quizás los amantes del gore y la serie B no estén para nada de acuerdo conmigo. Para gustos los colores
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Green border Agnieszka Holland (2023) – Polonia
La veterana directora Agnieszka Holland pone el foco en su país natal, Polonia, para ofrecernos su nueva película Green border. El filme es una clara denuncia de las estrategias políticas urdidas por Bielorrusia para aprovecharse del incesante flujo de inmigrantes hacia Europa, y de las acciones represivas tomadas por Polonia con la aquiescencia de la Unión Europea (UE).
Pongámonos en situación: el año 2020, la UE denunciaba como fraudulentas las elecciones en Bielorrusia, así como las constantes violaciones de los derechos humanos en esa nación. Acto seguido, aplicó sanciones contra el país y, entre otros, contra su presidente, Aleksandr Lukashenko. Este, como medida de respuesta a las sanciones recibidas, ideó un plan de desestabilización política con el conchabeo del presidente ruso Putin. Para ello, facilitó la entrada vía aérea de refugiados provenientes de países en conflicto, como Siria, Afganistán o Yemen. El gobierno bielorruso promocionaba en las agencias de viajes de Turquía y otros países vuelos ofreciendo trabajo y empleo en un país de la UE, facilitando incluso visas de refugiados en las mismas agencias, con el objetivo de crear un gran corredor entre Bielorrusia y Europa a través de su frontera con Polonia. El gobierno polaco, a su vez, utilizó la entrada masiva de inmigrantes para crear un clima de odio y rechazo hacia estos, utilizando incluso fake news para aterrorizar a la población y fomentar el apoyo a su gobierno de ultraderecha. Todos estos hechos están reflejados en Green border, no solamente desde la óptica de los refugiados que sufren la represión de unos y otros, sino también desde la de los activistas, o la de los propios policías que custodian esa boscosa frontera (de ahí el nombre de la película).
La directora se ha basado totalmente en hechos reales para confeccionar el guion y el desarrollo argumental de la película. Por ello, si algunas escenas os parecen duras, que sepáis que tras la proyección privada que Agnieszka Holland hizo para activistas que trabajaron en esa parte de la frontera y vecinos que habitan esa zona , estos, le dijeron que les parecía una realidad muy suave.
Lamentablemente, esas familias enteras que volaban tranquilas hacia Europa pensando en una vida mejor, se encontraron de bruces con una auténtica pesadilla de la que era imposible despertar. Un sombrío bosque, plagado de alambradas y peligrosos pantanos, donde por supuesto, ancianos, embarazadas y niños son los más damnificados. Con todo esto en mente, Holland decidió rodar la película en blanco y negro, además de para destacar la dureza de la estancia de los refugiados en el bosque, para dar a la película una sensación de atemporalidad.
Esta denuncia en forma de película titulada Green border, no pretende cambiar el mundo, pero quizás consiga cambiar nuestro mundo interior, impulsándonos a no hacer la vista gorda, ni a mostrarnos indiferentes ante una realidad tan cruda. No sólo la de la inmigración, sino la del creciente auge del fascismo y del racismo en el continente europeo. Tampoco se salvan de la crítica los políticos europeos, que dejan que todo continúe igual, quizás por miedo a que una apertura de fronteras ayude a los fascistas y populistas en su intento por destruir la unidad de la UE.
Estos hechos, expuestos sin tapujos en el filme, provocaron la ira del gobierno, y de organizaciones ultraderechistas polacas, que atacaron sin remisión a Agnieszka Holland, descalificándola e incluso amenazándola de muerte. Después del estreno de la película, ella tuvo que llevar escoltas durante una buena temporada. La verdad ofende.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Civil war Alex Garland (2024) – Estados Unidos
El novelista metido a director de cine, Alex Garland, regresa por sus fueros y nos regala una buena película como ya hiciese en su día con su debut cinematográfico Ex machina (2014). En esta ocasión, no escatima en medios para la realización de Civil war, un alegato antibelicista y homenaje al fotoperiodismo de guerra a partes iguales.
Alex Garland se sigue moviendo en los parámetros de las novelas que escribe: thriller, acción, distopía. Estos también son los ingredientes de la nueva obra del británico. Garland se dio a conocer en el mundo cinematográfico al ser llevadas al cine por Danny Boyle, dos de sus creaciones literarias: La playa, (2000) y 28 días después, (2002), filmes para los que el propio escritor se encargó del guion.
En Civil war, coloca al espectador en una situación que quizás hace unos años podría parecer descabellada, pero que, después de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y el posterior asalto al Capitolio de sus seguidores en enero de 2021, ya no parece tan improbable: una guerra civil en el país norteamericano.
Y seguramente el gran acierto de Garland es enfocar el asunto evitando significaciones políticas. No conocemos, ni por qué empezó la guerra, ni quién la originó. Sabemos que hay un bando que quiere derrocar al presidente estadounidense, quien, por cierto, se encuentra en su tercer mandato (cuando es conocido que en EE UU los presidentes no pueden ejercer más de dos mandatos consecutivos). La facción rebelde curiosamente está formada por los estados de Texas (cuyo color político es el republicano) y California (que vota demócrata). Este tipo de detalles, y muchos más, están cuidadosamente elegidos para mostrarnos la sinrazón de una guerra, y lo fácil que es que cualquier país del mundo se vea abocado a ella.
Como he dicho antes, Civil war es también un gran homenaje al periodismo de guerra; Para ello, Alex Garland se inspiró en la vida de Lee Miller, una de las pocas mujeres periodistas en la Segunda Guerra Mundial, pero cuyas fotografías, directas y crudas, denunciando los horrores causados en la población por las mortíferas y novedosas armas utilizadas por los bandos enfrentados, pasaron a la posteridad. Esta forma de retratar la guerra la convirtió en una de las pioneras del fotoperiodismo, además de ser una enorme influencia en las generaciones posteriores de corresponsales de conflictos armados.
Esa especie de Lee Miller está interpretada en la pantalla por una sobria Kirsten Dunst (Lee Smith en la película), que después de toda una vida fotografiando masacres sin sentido, intenta buscar, eso, un sentido a su trabajo, que parece que la haya deshumanizado por completo al haber contemplado tantas tragedias. La lucha contra sus demonios personales es tan importante como la guerra fratricida que tiene que fotografiar. Acompañan a Lee en su suicida misión de intentar llegar a Washington D.C. para entrevistar al presidente: Joel (Wagner Moura) y Sammy (Stephen McKinley Henderson), que están sublimes en sus interpretaciones, y una jovencísima periodista libre, Jessie Cullen, interpretada por Cailee Spaeny, que idolatra a Lee Smith.
En su viaje hacia Washington D.C. se encontrarán con numerosos obstáculos que deberán ir salvando si quieren conseguir el premio de las fotografías más exclusivas y poder documentar un momento histórico. Hay algunas escenas muy brillantes en la película que consiguen mostrarnos la sinrazón de la guerra y el declive de la sociedad en la que vivimos, pero sin duda me quedo con la parte en la que aparece el actor Jesse Plemons (una debilidad mía), haciendo de miliciano ultranacionalista; esa escena es brutal.
El Estados Unidos de Civil war vive en un fuego cruzado de «desinformación» periodística según de donde provengan las noticias, con la sospecha permanente de las fake news. Periodistas carroñeros, milicias que se toman la justicia por su mano, la población enfrentada a la policía gubernamental, caos en las carreteras, desabastecimiento… -¿Conseguirán nuestros reporteros llegar a su objetivo? Para saberlo, tendrás que ver Civil war, una notable película en sus intenciones, aunque no tanto en su realización, entre otras cosas, la escena del intercambio de coches no era necesaria.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La teoría sueca del amor Erik Gandini (2015) – Suecia
El mundo ve Suecia como un espejo en el que quiere reflejarse. El país nórdico lleva años siendo referente y modelo con sus políticas de innovación y tecnología, educación, ecología o sanidad. Estas vanguardistas y efectivas implementaciones en diferentes sectores han hecho de Suecia uno de los países más prósperos del mundo. Una de estas medidas fue el programa que el gobierno de Olof Palme introdujo en 1972. El programa llamado «La familia del futuro», hacía especial hincapié en la independencia y la autonomía del individuo. Según este proyecto si la persona se desprendía de las cargas familiares, podría conseguir una autonomía personal que le permitiría alcanzar la libertad plena. Para ello, el estado se comprometía a hacerse cargo de las situaciones que pudiesen representar obstáculos para lograr la autosuficiencia: cuidado de familiares, gestiones burocráticas, etc.
Este es el punto de partida de La teoría sueca del amor, el documental que os propongo veáis, y que quizás os haga desterrar para siempre el mito del bienestar social sueco. Su director, Erik Gandini, italiano afincado en Suecia desde los 19 años, donde acudió a estudiar cine y de paso librarse del servicio militar, se encuentra cómodo en el género documental. De hecho, su filmografía se basa exclusivamente en este tipo de producciones. En este, a través de diferentes lugares y personas, nos va a ir mostrando la realidad sueca, 40 años después de la promulgación de este novedoso programa socialista para la familia.
Y los datos y las realidades que se nos muestran son cuanto menos inquietantes: las mujeres suecas, por ejemplo, son las que más utilizan los bancos de esperma para recibir semen en su casa y poder realizar su autofecundación; la mitad de la población sueca vive sola; el índice de suicidios y desapariciones sigue en aumento; y esa tierra llena de prosperidad y oportunidades tarda una media de siete años en dar trabajo a personas inmigrantes o refugiadas llegadas a ese país.
La teoría sueca del amor pone en evidencia que el individualismo y la autosuficiencia no son ni mucho menos la clave de la felicidad, sino que han provocado la deshumanización de la sociedad sueca en las últimas décadas. Ni siquiera el manto protector del estado y el sentimiento de seguridad que promulga logran mitigar la sensación de desconexión y vacío que se palpa durante todo el documental. Hasta los jóvenes que han intentado salirse del sistema social sueco y han ido a las montañas a crear una comunidad de valores colectivos, tienen una mirada amarga y sin alma (quizás el efecto de las sustancias que consuman tenga también algo que ver con ello).
El documental pone varias veces sobre la palestra la pérdida de sociabilidad de los suecos, que se aíslan en sus confortables viviendas y utilizan fundamentalmente las redes sociales para comunicarse. No en vano Suecia es el país con mayor acceso a internet en todo el mundo.
También tengo que decir que me parece muy peligroso mostrar esa imagen de la sociedad sueca, ya que generalizar siempre es motivo de error. Si alguno de vosotros ha vivido en Suecia quizá este documental le parezca parcial, maniqueo y sensacionalista. Seguro que hay muchos suecos sociables y felices en Suecia, disfrutando de la seguridad y los servicios que da papá estado, y por supuesto de un trabajo bastante mejor remunerado y con más días de asueto que los que se estilan por estos lares. Pero también es cierto que ese modelo de hedonismo e individualismo, está haciendo mella también en nuestra sociedad como podrás apreciar en ciertas similitudes durante el documental. El sistema económico y social mundial también parece estar interesado en aislar al individuo, está claro que juntos somos más peligrosos.
Os recomiendo que veáis este documental, y os aviso que uno de sus participantes es el Dr Erik Erichsen, quien seguro se va a convertir en vuestro favorito. Dos años más tarde fue el protagonista de El cirujano rebelde, el siguiente documental de Erik Gandini.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Espíritu sagrado Chema García Ibarra (2021) – España
En el cine, como en la música, como en la vida, todos tenemos nuestras preferencias, y siempre nos movemos en unos parámetros acordes con lo que podríamos llamar una línea de confort de la que a veces no queremos, o no podemos salir. Por eso cuando por equivocación, casualidad, despiste, o un ataque de intrepidez, te adentras en una «bizarrada» como Espíritu sagrado, te das cuenta de la cantidad de cosas que te estas perdiendo por no ser capaz de ver más allá de la valla de tu jardín (y aquí me viene a la mente la película Canino, ¿casualidad?).
El director Chema García Ibarra cuenta ya con una larga y premiada trayectoria en el mundo del cortometraje iniciada el 2008, y con Espíritu sagrado ha dado el salto a la dirección de largometrajes. Y lo ha tenido muy claro, ha seguido haciendo lo que le gusta, mezclar la ciencia ficción con un realismo de tono cuasi documental, que se realza todavía más con la utilización exclusiva de actores no profesionales. Si añadimos a esto que la película ha sido rodada en el barrio obrero de Carrús en Elche, cuna del director, y sin utilizar prácticamente atrezzo, el resultado es algo así como un nuevo e inclasificable género al que no me atrevo a poner nombre. Quizás la nomenclatura para definir esta película la tiene más clara el propio Chema García Ibarra, quien habla de su cine como «ciencia ficción doméstica».
En un barrio obrero de Elche ha desaparecido una niña de siete años, la Vane. Su hermana gemela, la Vero, intenta seguir su vida junto a su madre y su abuela mientras esperan algún resultado de la investigación policial. Los medios de comunicación se vuelcan con la noticia, mientras José Manuel, el tío de las gemelas, se enfrenta a otra gran preocupación: la llegada de fuerzas extraterrestres a la zona. Estas son las premisas iniciales de las que parte Espíritu sagrado. A partir de entonces el espectador va a asistir ojiplático a una visión surrealista, kitsch, bizarra y esperpéntica de una serie de situaciones tan hilarantes como escalofriantemente reales.
La película nos muestra una sociedad que vive sin ilusión, buscando algo en que creer para poder tener una vida mejor, si ya no es posible en esta, por lo menos que lo sea en la próxima. La televisión está encendida a cualquier hora del día y, entre publicidad, informativos locales (impagable la presentadora choni), tradiciones religiosas, y sucesos alarmantes difundidos a viva voz por una vecina (igualmente impagable), nos da una sensación de apocalipsis y angustia que se adueña por completo del filme.
Las miradas vacías de los personajes, la manera plana de expresarse, las caras que denotan sus vidas difíciles, y las muletillas utilizadas por cada uno de ellos que, según el director, no son impuestas, sino propias de los actores, te hacen pasmarte, reírte, y sobrecogerte al mismo tiempo. Partes de la creación de los personajes vienen dadas por historias personales de los propios actores o de sus familiares, que se adaptaron a la trama del filme.
La dirección de arte, a cargo de Leonor Díaz, es realmente gloriosa. Los lugares elegidos, la decoración del bar (por cierto, si vas por Elche es ineludible visitarlo, ya que se mantiene igual que como se decoró para la película), o el glamur choni que desprende el vestuario, te dejan epatado. Todo está lleno de pequeños guiños y detalles tan casposos, como bien cuidados. Es irreprimible que se dibuje una media sonrisa en tu boca a medida que los vas descubriendo. La música no le va a la zaga, y las canciones utilizadas, en especial esa versión de Los Sobrados del Zombie de los Cranberries, reflejan perfectamente la esencia de Espíritu sagrado.
Si tuviera que describir la película de alguna manera, os diría que es como si a Werner Herzog le hubiesen encargado dirigir un capítulo largo de La hora chanante. ¡Atreveos con ella!