Hungry for change (2012) James Colquhoun, Laurentine Ten Bosch, Carlo Ledesma.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Hungry for change. Documental
James Colquhoun, Laurentine Ten Bosch, Carlo Ledesma.(2012) – Australia
Últimamente han sido presentados bastantes documentales sobre el tema de la alimentación, pero quizá este es el que más clara y tajantemente advierte de la falta de escrúpulos de los «lobbies» alimentarios. Y es que amigos, ese bien de primera necesidad que es la alimentación se ha convertido en uno de los mayores negocios financieros de los últimos 70 años.
La misma sociedad en la que vivimos, cada vez con menos tiempo para nosotros mismos, nos lleva a desplazarnos a las grandes superficies a realizar la compra y allí, en el menor tiempo posible, llenar nuestro carro para tener víveres para por lo menos los próximos 15 días. En esa vorágine no nos paramos a mirar lo que compramos para nuestro consumo; ese es uno de nuestros grandes errores. Confiamos en esas bonitas etiquetas que nos dicen las pocas calorías que tienen los productos y nos muestran a personas delgadas y sonrientes, o bellos paisajes naturales, donde los animales disfrutan para luego ser nuestro sano alimento (nada más lejos de la realidad).
El documental Hungry for change nos explica sin tapujos cómo la gran industria alimentaria «adereza» con productos químicos los bienes de consumo de primera necesidad (como por ejemplo la leche que consumen los niños en las escuelas), para crear una dependencia en el consumidor. Introducen azúcares que engañan a nuestro organismo, lo llevan a la euforia, te hacen sentir bien. Pero el efecto pasa pronto y además tu cuerpo no ha recibido todavía los nutrientes que necesita, con lo cual tendremos que volver a repetir la dosis para sentirnos mejor e intentar mitigar el hambre.
La mayoría de productos que comemos contienen compuestos químicos o están genéticamente modificados para que volvamos a consumirlos: compuestos como el aspartamo, el glutamato o la fructosa. No sólo los productos que pensamos a priori (snacks, chocolatinas, hamburguesas, pizzas, etc.), sino alimentos como la leche, el pan, las bebidas refrescantes y, atención, los productos para adelgazar, contienen muchos azúcares encubiertos. Y decimos encubiertos porque uno mismo puede comprobar que en la tabla nutricional de los productos «0% de grasa» o «light», la cantidad de azúcares llega a corresponder hasta el 40%. Y aquí viene el otro caballo de batalla del consumidor, el etiquetado de productos. Los «lobbies» de la alimentación tienen tanto poder que manejan a los políticos a su antojo. Ellos hacen las investigaciones de sus propios productos y las aprueban aún sabiendo que perjudican a nuestro organismo. Y además, nos engañan disfrazando compuestos químicos peligrosos con otros nombres en el etiquetado.
Después de ver Hungry for change o de leer el libro en el que está basado el documental, quizá te pares a mirar lo que compras antes de meterlo en el carro, quizá busques otros lugares donde adquirir productos ecológicos o, si vives en un pueblo, quizá puedas auto-abastecerte. Pero la verdad es que si vives en una gran ciudad y no andas sobrado de dinero precisamente, estas condenado a comer bazofia de por vida gracias a las grandes corporaciones alimentarias. Aterrador, ¿no crees?
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