A LEER,…QUE SON DOS DIAS: HUIDA Capitulo 6 (David Tello)
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Jueves 27 de Noviembre de 2014
Dejamos las mochilas en el asiento trasero. Nos sentamos y arranque el coche. Respire hondo y le di al mando a distancia para abrir la puerta del garaje. No se abría. Uno de los dos tendría que ir para hacerlo manualmente.
Javi se ofreció, ya que el no sabia conducir. Bajó del coche y se acercó hasta la puerta. Pulso el botón que hay junto a esta. Nada. Quizás hubiese un corte de electricidad. Volvió al coche y le di la llave. Se acerco de nuevo a la puerta, y la introdujo en la cerradura.
Empezó a levantar la puerta muy despacio. El riel por el que iba la puerta empezó a chirriar, entonces Javi la subió mucho mas rápido. Al segundo siguiente la dejó como estaba y empezó a correr hacia el coche.
Detrás de él empezaron a entrar en el garaje varios rabiosos. El chirrido de la puerta debió de atraerlos. Uno de ellos casi alcanza a Javi. Nada mas subirse al coche y cerrar de un portazo ya teníamos al rabioso golpeando en la ventanilla.
Pegué un acelerón dejándolo atrás y llevándome por delante con el coche a otros dos o tres. Uno de ellos, después de atropellarlo, golpeó en el techo solar del coche rompiéndolo en mil pedazos. Todos los cristales cayeron sobre nosotros.
Al llegar a la rampa de salida pude ver que cada vez eran mas los rabiosos que venían hacia allí. Aceleré todavía mas y durante un instante cerré los ojos. El parachoques delantero golpeó contra la rampa.
Subimos los apenas 10 metros de la rampa atropellando a todos los que se ponían delante del coche. La mayoría de ellos salían despedidos contra contra la pared. Por el retrovisor pude ver el reguero de sangre y cuerpos que íbamos dejando, aunque algunos de aquellos cabrones se volvían a levantar.
Salimos a Compromiso de Caspe dando un pequeño salto debido a la velocidad que llevábamos. Había niebla. Apenas se podía ver con claridad a 15-20 metros.Al caer el coche fue difícil controlarlo. Tuve que pegar un volantazo, aun así no evite chocar lateralmente con una furgoneta que había en mitad de la calle.
Tras el golpe he debido de perder la consciencia unos segundos. ARRANCA, ARRANCA, ha empezado a gritarme Javi. He reaccionado y he arrancado rápidamente. Ya estábamos rodeados por al menos una decena de rabiosos, y seguramente, tras la niebla habría muchos mas dirigiéndose hacia allí.
Al ser un coche tan bajo uno de los rabiosos estaba intentando subirse para colarse por el hueco del techo solar. Según metía primera y empece a acelerar, saque el revolver y le dispare en la cabeza. A esa distancia pude ver como el disparo le arranco la mitad de la mandíbula.
Bajamos en dirección al tercer cinturón. Compromiso de Caspe parecía una carrera de obstáculos. Teníamos que ir esquivando los distintos vehículos que había por toda la calle, ademas de ir pasando por encima de los cadáveres que había por todas partes.
Había cuerpos de civiles llenos de disparos, cuerpos de militares mutilados, incluso vimos un par de montañas de cuerpos en llamas como si se tratase de una macabra pila funeraria. Era una imagen dantesca. A nuestro paso iban saliendo rabiosos.
Uno de ellos salió de detrás de un coche y se abalanzó contra nosotros. Se agarró a la manilla de mi puerta. Me acerqué a la pared y fui rozando con esta hasta que se soltó, tiñendo varios metros de pared de color rojo. Sólo la niebla nos impedía ver cuantos debían de estar intentando alcanzarnos.
Le dije a Javi que antes de salir al tercer cinturón había una gasolinera de autoservicio, en la que primero te servias y luego pagabas. Pararíamos allí para llenar el deposito, o al menos lo que nos diese tiempo sin tener que arriesgar.
Una barricada nos obliga a girar por Salvador Minguijon, pasamos por delante del Colegio Santo Domingo de Silos. El colegio tenia la verja cerrada, tras ella decenas de niños rabiosos golpeándola a nuestro paso. No puedo ni imaginarme el infierno que debieron vivir.
Bajamos por la calle Amistad hasta Adrián de Sasabe y allí a la derecha para llegar a la gasolinera. Por las calles secundarias encontramos muchos menos obstáculos. Una vez en la gasolinera decidimos que Javi repostara mientras yo le cubriria con el revolver. Es una gasolinera pequeña, con solo dos surtidores.
Paramos junto al primero y salimos los dos prácticamente a la vez. Me fije en el coche. Estaba lleno de golpes, le faltaba el faldón delantero y la aleta delantera del conductor. Por suerte la parte del motor seguía intacta.
Para intentar adelantarme a los rabiosos y adivinar por donde iban a venir trato de guiarme por el sonido, pero es imposible. Las explosiones y los gritos desgarradores que terminaban ahogándose inundaban el ambiente, parecían provenir de todas partes.
Javi cogió la manguera, indico 100€ en el surtidor y comenzó a llenar el deposito. Justo en ese momento nos sobresaltó el ladrido de un perro. Recordé que en aquella gasolinera junto a la jaula de las bombonas de butano siempre había atado un pastor alemán.
Le apunte con el revolver. Me sorprendió ver como se sentó e intentaba darme la pata. No parecía en absoluto estar infectado. Javi me grito, me gire y de las puertas automáticas de la gasolinera estaban saliendo una mujer con una blusa blanca completamente ensangrentada a la que le faltaba parte de un brazo y el dependiente, con su mono de repsol empapado en sangre.
No lo dude, disparé sobre la mujer dándole en un hombro. Javi dio la vuelta al coche y el dependiente fue hacia él tirando la manguera al suelo. Me gire hacia y le dispare dos veces. El primer disparo le rozo la mejilla, con el segundo le di de lleno en la cabeza.
Cayó sobre un enorme charco de gasolina que estaba dejando la manguera. Me acerque a la mujer, que había quedado tendida en el suelo y cuando intentaba levantarse acabe con ella. Pude intuir en sus ojos un halo de agradecimiento, aunque quizás solo fuese mi imaginación.
Subimos al coche. Según arrancaba empezaron a llegar más rabiosos. Antes de perderlos de vista por la niebla pude ver como uno de ellos tenia parte de la ropa en llamas. Unos segundos después se produjo una gran explosión.
Notamos como si se hiciera el vacío y una décima después la onda expansiva nos lanzo hacia delante. Toda la niebla a nuestro alrededor se torno rojiza y sentimos un fogonazo. No pude evitar chocar contra una de las barreras de contención que había en el tercer cinturón.
David Tello