PELÍCULA RECOMENDADA

Compartimento nº 6 (2021) – Juho Kuosmanen

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Compartimento nº 6
Juho Kuosmanen (2021) – Finlandia

Si tuviera que describir en una frase la película que os recomiendo este mes para que os animéis a verla, lo haría de esta manera: «la película menos romántica, más romántica de la historia del cine», jamás un contrasentido lo ha tenido tanto. Compartimento nº 6, segundo largometraje en la filmografía del director finlandés Juho Kuosmanen, a quien apunté inmediatamente en mi lista de nuevos directores a seguir, es cuanto menos diferente a cualquier historia de amor convencional tratada en el cine.

El argumento es sencillo: Laura, una joven universitaria finlandesa, toma el tren hacia Moscú para ir al yacimiento arqueológico de Múrmansk, en pleno invierno. En el tren, coincidirá en el compartimento con un joven minero ruso con quien la convivencia no va a ser muy agradable.

Desde el primer momento, el director Juho Kuosmanen nos embarca en un viaje a la Rusia de finales de los 90, aunque los desolados pueblos y ciudades donde va parando el tren parecen haberse quedado anclados en los últimos estertores del comunismo allá por los años 80. La ambientación es magnífica, y el paisaje y la fotografía te hacen sentir el crudo invierno fuera, y la calidez, aunque no confort, de un tren que también nos revela que ha pasado por tiempos mejores.

Por si fuera poco con la atmósfera creada por el director, que te hace sentirte viajero de este tren, los actores que encarnan a Laura, la universitaria finlandesa, y Lyokha, el joven minero ruso, consiguen que el proceso de transformación que experimentan sus personajes sea del todo creíble en una historia bastante increíble. (Aunque dicho sea de paso, Compartimento nº 6 está basada en la novela homónima de la escritora finlandesa Rosa Liksom, en la que cuenta algunas experiencias personales).

La película gira en torno a las relaciones entre personas de diferentes clases sociales, con todos los prejuicios y estereotipos que conllevan. Hábilmente y desde el principio, el director nos hace sentirnos tan fuera de lugar y tan avergonzados como Laura, cuando asiste a una fiesta de artistas y gente de la cultura rusa. Y también nos conduce a hacer un inmediato juicio de valor sobre Lyokha, el joven minero, al que pondremos una cruz nada más entrar al compartimento del tren.

Compartimento nº 6 se convierte también en un ejercicio de nostalgia para los que éramos unos pimpollos en los años ochenta, cosas como rebobinar con un bolígrafo una cinta de casete, llamar desde una cabina telefónica, o utilizar aquellas primeras videocámaras tan poco ergonómicas, nos hacen casi mitificar esos tiempos donde se vivía a otra velocidad. Y por si no fuera suficiente, la música de la película se sostiene en una canción: el Voyage, voyage del grupo francés Desireless, que marcó una época y a toda una generación. Curiosamente esta misma canción ha sido reivindicada también en otro filme de ese mismo año, la película suiza La chica y la araña.

De todas maneras, seas de la quinta que seas, te recomiendo subir al Compartimento nº 6 de este tren cargado de metáforas, reflexiones, frases lapidarias, situaciones absurdas, un sentido del humor muy especial, y paradas,… muchas paradas.

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El caftán azul (2022) – Maryam Touzani

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

El caftán azul
Maryam Touzani (2022) – Marruecos

El cine, aparte de poder ser utilizado de manera lúdica, cultural o divulgativa, también puede servir para concienciar y abrir la mente de una sociedad, en este caso la marroquí. Aprovechando los primeros resquicios de apertura en el país del Magreb, la directora Maryam Touzani ha conseguido financiación del Ministerio de Cultura de Marruecos para poder realizar El caftán azul, su segundo largometraje. Y es que hacer una película sobre homosexualidad en Marruecos, donde a día de hoy es jurídicamente ilegal serlo, es cuanto menos contradictorio.

Maryam Touzani continua con la línea estilística trazada en su ópera prima Adam (2019), otro notable ejercicio de cine (superior en mi opinión a la película que os propongo este mes), donde mostraba sin tapujos la situación de ilegalidad en la que viven las mujeres solteras embarazadas en Marruecos y la exclusión social que supone ser viuda y no querer volver a casarse. Curiosamente, mientras buscaba localizaciones para rodar Adam, conoció la historia de un hombre que no podía ser quien quería ser. Eso, añadido a que la directora ya conocía a otros hombres que se habían casado para mantener las apariencias, le hizo escribir el guion de El caftán azul.

En la medina de Salé en Marruecos vive el matrimonio formado por Halim y Mina, que son artesanos y regentan una de las tiendas de caftanes más antiguas del país. Pero no corren buenos tiempos, Mina ha enfermado, los caftanes cosidos a mano no pueden competir en precio y tiempo de entrega con los hechos a máquina, y por si fuera poco acaba de llegar un nuevo aprendiz a su negocio.

El caftán es un vestido para mujeres de origen marroquí que se utiliza habitualmente tanto para la vida ordinaria como para todo tipo de celebraciones, por ello puede ser simple y económico, pero también elegante, exclusivo y caro. El caftán es el símbolo principal de la película, refleja los valores tradicionales y también la conservación de un oficio artesano que se ve abocado a la desaparición por los nuevos tiempos. Unos nuevos tiempos que traen cambios sólo para algunas cosas, porque hay otras que parecen intocables e inalterables de por vida.

Para Mina y Halim, los protagonistas de El caftán azul, la directora ha vuelto a confiar en la actriz belga de origen marroquí Lubna Azabal, que tan buenos resultados le dio en Adam, y a la que ya conocíamos por su trabajo en las excepcionales películas Paradise now (2005), e Incendies (2010). El actor palestino Saleh Bakri encarna a Halim, de cuya carrera como actor os recomendaría su debut en la gran pantalla con la muy destacable La banda nos visita (2007). Personalmente me quedo con esa fuerza dentro de una salud quebrada que imprime Lubna Azabal a su personaje, que tira hacia adelante por ella y su marido sin importarle para nada lo que piense la sociedad.

Como ya hizo en Adam, Maryam Touzani vuelve a dar una importancia vital a cada plano que nos muestra, cada imagen es sutíl, delicada, poética, como las puntadas que da Halim para engarzar cuidadosamente el hilo de oro en el azul profundo de la delicada tela del caftán. La cálida fotografía de la película, donde abundan los tonos ocres y arenosos que contrastan con el brillo y el color de los caftanes, nos sumerge de lleno en esa vida cotidiana llena de claroscuros que comparte el matrimonio.

El caftán azul es una película muy cinematográfica aunque quizás peque de buenismo, está claro que consigue empatizar con el espectador, de hecho estuvo en la lista final de la carrera hacia el Oscar, aunque no consiguió ser nominada. Pero quizás el sufrimiento interior que tienen los personajes, si lo extrapolamos a la vida real, tendría consecuencias diferentes.

Ahora sólo te queda elegir qué tipo de caftán quieres, si prefieres uno artesano hecho con mimo, dedicación y paciencia, este caftán azul colmará de sobra tus expectativas.

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LOLA (2022) – Andrew Legge

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

LOLA
Andrew Legge (2022) – Irlanda

Dicen que «el hambre agudiza el ingenio», y esta proverbial frase se podría aplicar a la película que os quiero recomendar este mes. No es cuestión de apetito sino de presupuesto, una escasez económica que el director irlandés Andrew Legge y su equipo han suplido con originalidad, imaginación, creatividad y profesionalidad. Todo ello ha hecho que LOLA, su debut como director de cine, se haya convertido en mi modesta opinión en una de las sorpresas más refrescantes cinematográficamente hablando de la temporada.

Utilizando elementos de material antiguo (cámaras de cine, lentes y cámaras fotográficas) y fusionando material de archivo y metraje actual consigue en menos de 80 minutos hacernos partícipes de una apasionante historia entre la realidad y la ciencia ficción. Para que os hagáis una idea, viéndola, a mí me trajo a la cabeza películas como la maravillosa Zelig, de Woody Allen o My Mexican Bretzel, de Nuria Giménez Lorang,un falso documental que en su día ya recomendamos en esta misma sección.

Y no es que la película LOLA nos muestre una historia que no hayamos visto antes, pero hay algo intrínseco en la manera de contárnoslo que hace que verla sea una experiencia fresca y gratificante. Un evidente espíritu Punk sobrevuela un distópico filme que mezcla con pasmosa facilidad el pasado y el futuro, la comedia y el drama, el romanticismo y el empoderamiento.

Os pongo en situación: Londres, año 1941, mientras la Segunda Guerra Mundial parece encaminada a una aplastante victoria nazi, dos jóvenes hermanas, Martha y Thomasina, acaban de crear una máquina que puede interceptar transmisiones del futuro, esa máquina es LOLA.

Es difícil decantarse por una de las dos actrices principales: Estefanie Martini (Martha) o Emma Appleton (Thomasina), unas hermanas que rompen moldes, porque las dos están sublimes en sus respectivos personajes. Además tuvieron el hándicap de ocuparse de grabar ellas mismas muchas de las secuencias con la cámara mientras actuaban.

En cuanto al terreno musical, LOLA hará las delicias entre los melómanos, que podrán disfrutar de la música de clásicos como David Bowie, The Kinks, o el mismísimo Bob Dylan, en una banda sonora creada por otro músico de solera, Neil Hannon, líder de los irlandeses The Divine Comedy. No sé qué me da, que aunque no suene en la película, creo que el nombre que las hermanas han puesto a la máquina de su invención es un velado homenaje a la canción del mismo título de los Kinks.

La fotografía también es parte fundamental en LOLA, se nota que Andrew Legge proviene de ese mundo. En este caso, con equipos antiguos y unos acertados encuadres que nos remiten al cine mudo, logra recrear una atmósfera de otra época en la que a veces es complicado discernir en qué momento estás viendo material de archivo o cuándo no.

En definitiva, muchos y buenos son los ingredientes que hacen de LOLA una original y entretenida película. Prepárate para un apasionante y dinámico viaje en el que las decisiones pueden cambiar el destino del mundo. Pero ten cuidado, esto no es tan fácil como parece, las consecuencias pueden llegar a ser imprevisibles. Piénsatelo bien, ¿conectamos a LOLA?

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Sparta (2022) – Ulrich Seidl

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Sparta
Ulrich Seidl (2022) – Austria

Aprovechando que el taller de cine Delicatessen de Alcañiz comienza este mes de septiembre una nueva temporada de proyecciones, quiero agradecer a todos mis compañeros que durante estos doce años que llevamos de andadura han ido presentando las películas. No me quiero olvidar de Anae Gil, Ana Rosa Miñana, Juanjo Errea, Fernando Blasco, Carlos Palos y por supuesto Jesús Gómez y Balbino Sastre. Gracias a todos ellos he descubierto grandes películas, diferentes maneras de hacer cine, y por supuesto directores que merecen mucho la pena. Es el caso de quién este mes va a ocupar la página de Cine con Compromiso, el director austriaco Ulrich Seidl.

Mis compañeros Balbino y Jesús se empeñaron en que conociésemos el cine de este peculiar director, tremendamente incómodo, difícil y desasosegante. Y para ello nos fueron programando la trilogía Paraíso: Amor (2012), Fe (2012), y Esperanza (2013). Película a película, la huella que este director ha ido dejando en mí ha sido cada vez más profunda. Y así me interesé por otros títulos más antiguos de su filmografía como las recomendables: Models (1999), Días perros (2001) e Import/Export (2007), y por supuesto con quizás su película más «digerible» entre comillas hasta la fecha, Rimini (2022). Esta última tiene un nexo común con Sparta (2022), la película que os quiero recomendar hoy, ya que cada filme cuenta la historia de un hermano. Es más, os recomiendo ver primero Rimini, para que encontréis sentido a las imágenes del padre de ambos que aparecen en Sparta.

La película, nominada a la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián, llegó cargada de polémica, no solamente por el peliagudo tema que se trata en ella, la pedofilia, sino también por manera tan personal de hacer cine de Seidl. A ello se unen las denuncias de los padres de los niños que actúan en la película, que acusaron al director de ocultarles el verdadero argumento de la misma, cosa que Ulrich Seidl niega tajantemente. De momento la policía de Rumanía (lugar donde se grabó la película) sigue investigando.

No quiero meterme en estos berenjenales, porque bastante tengo con intentar no caer también en la provocación cinematográfica que me produce Seidl con Sparta. La manera de tratar este tema con la visión cuasi humanista del pederasta que parece querer mostrarnos, es directamente jugar con fuego. Sparta nos narra los demonios interiores de Ewald, un cuarentón austriaco que tiene su vida hecha en Rumanía, pero decide romper con todo y empezar desde cero en un remoto pueblo, comenzando un viaje personal que va oscureciéndose cada vez más y más.

Si al escabroso tema tratado le unes la habitual y desolada manera de Seidl de ver la vida real con toda su dureza, mostrándonos la suciedad y el egoísmo del alma del ser humano y plantándolo como un puñetazo en toda la cara del turbado espectador, el resultado es inquietante y devastador. Siendo Sparta su película menos explícita hasta la fecha, me sigue causando escalofríos esa comparación entre la relación del pedófilo y los niños, y la de estos últimos con sus padres. Esta inhabitual óptica trazada hacia el pedófilo me recuerda ligeramente al enfoque de la también muy interesante y coetánea película de Carlos Vermut, Mantícora (2022), que también insufla humanidad en la tenebrosa mente de su personaje principal.

Quizás os escandalice, quizás os asuste, quizás os produzca repulsión, pero aunque no os guste, desgraciadamente para nosotros, habitantes de este planeta tan azul, no hay nadie que se acerque tanto como Ulrich Seidl a mostrarnos con tanta veracidad la ignominia del ser humano.

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La gran juventud (2022) – Valeria Bruni Tedeschi

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

La gran juventud
Valeria Bruni Tedeschi (2022) – Francia

A un servidor siempre le han gustado las películas sobre el cine dentro del cine. Grabadas a fuego en mi mente, han quedado títulos como: Cinema Paradiso, La noche americana, o Sunset Boulevard (El ocaso de una estrella), y aunque no sea exactamente el caso, ese fue uno de los motivos que me atrajeron para acercarme a la película que os quiero recomendar este mes, La gran juventud.


Y es que la película nos habla no del cine, sino del teatro visto desde dentro. Que no os dé pereza verla a los no iniciados como yo en este arte escénico tan primitivo y fundamental. Tenía mis reticencias antes de verla porque el público y los críticos no han sido muy condescendientes con La gran juventud. Estos últimos han tachado el filme de autocomplaciente, y aunque según mi opinión puede haber algo de ello, no es suficiente para que lastre el resultado final.

La directora es Valeria Bruni Tedeschi (antes de que miréis en la wikipedia os confirmo que sí, que Valeria es hermana de la modelo, cantante, actriz y ex-primera dama de Francia, Carla Bruni). Ahora que lo sabéis podemos continuar con la película. Pues bien, La gran juventud es ni más ni menos que la visión autobiográfica de los inicios como actriz de la propia Valeria Bruni Tedeschi en la École des Amandiers, la prestigiosa escuela de teatro de París dirigida en aquel entonces por el cineasta y actor de teatro Patrice Chéreau. Se nota la intensidad de los momentos vividos por la directora y quizás ese sea el punto fuerte que hace que el filme consiga engancharme hasta el final.

La gran juventud se convierte en una gran diapositiva llena de color y nostalgia producidos por ese intenso sentimiento vital de unos tiempos que ya no volverán. La brillante fotografía y una banda sonora en la que te puedes encontrar desde música clásica a Janis Joplin, pasando por leyendas musicales francesas como Aznavour o Les Rita Mitsouko, nos mete de lleno en mitades de los años 80, cuando el SIDA y las drogas causaban estragos en una joven generación que además fue presa del pánico por la falta de información precisa en muchos de estos aspectos.

Por supuesto, la parte fundamental del filme son sus actores, unos personajes que se comen la vida con voracidad mientras viven el fulgor de la juventud en su máxima expresión. Viven la vida a bocajarro y cada uno de ellos busca por diferentes motivos encontrar sentido a su existencia a través del teatro. Destaca sobre todos los demás la soberbia interpretación de Nadia Tereszkiewicz (protagonista y alter ego de Valeria Bruni Tedeschi en la película), que hace el papel de Stella.


Otros personajes como Anaïs, la mejor amiga de Stella, podían haber dado más de sí, pero la película peca de querer abarcar mucho, porque a pesar de sus más de dos horas de duración tiene demasiados frentes abiertos con personajes muy interesantes a desarrollar, que desgraciadamente se quedan en simples esbozos.

Así que preparaos para vivir el mundo del teatro visto desde dentro, con sus injusticias, rivalidades, egos, amistad, pasión, amores, promiscuidad, juegos de poder entre profesores y alumnos… Y con esa manera tan física de interactuar, en la que los actores desnudan su alma mostrando sus sentimientos más profundos.

La gran juventud es intensa como el resplandeciente fogonazo que se produce al encender una cerilla, ten cuidado, no te quemes los dedos.

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El triángulo de la tristeza (2022) – Ruben Östlund

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

El triángulo de la tristeza
Ruben Östlund (2022) – Suecia

El director sueco Ruben Östlund se ha convertido en el «enfant terrible» del cine europeo, cada película que hace es una carga de profundidad contra la línea de flotación del capitalismo salvaje que impera en nuestros días. En esta ocasión, para su película El triángulo de la tristeza, ha elegido a la clase pudiente para lanzar sus dardos envenenados sin ningún tipo de disimulo.

Aparte de seguir arrasando en el Festival de Cannes, donde volvió a llevarse la Palma de Oro, premio que ya logró con su película anterior The square (2017), Östlund regresa sembrando la polémica entre la crítica y el público (creo que es justo lo que buscaba). El triángulo de la tristeza es su película más provocadora, descarada, satírica y ácida hasta la fecha. Aunque a veces pueda parecer que las situaciones sean muy forzadas, y nos muestre claramente su filiación política, también nos deja entrever su misantropía, que hace que todos los personajes que aparecen en la película tengan sus debilidades. Con Ruben Östlund tras la cámara no se salva nadie, y es justo reconocer en mi modesta opinión que ese es el punto más fuerte de su cine.

Me alegra particularmente que la reputación de Östlund vaya creciendo exponencialmente con cada filme que rueda, y creo que El triángulo de la tristeza es su película más completa hasta la fecha. Aunque no podría dejar de recomendar Fuerza Mayor (2014) reseñada anteriormente en esta publicación, Play (2011) o la antes mencionada The square (2017).

El triángulo de la tristeza empieza dando palos al superficial, hipócrita y artificioso mundo de la moda y la publicidad. Allí conoceremos a Carl, un modelo al que le van bien las cosas, y que tiene una relación con la influencer Yaya. A partir de entonces, nos serán contados en tres actos las peripecias que vivirá esta glamurosa pareja, y que os aseguro no tienen ningún desperdicio. Seguro que viéndola os recordará a la película Parásitos (2019), o a la novela El señor de las moscas. Incluso en un momento hay un velado homenaje a El sentido de la vida (1983) de los maravillosos Monty Python.

El título de la película hace referencia a ese pequeño triángulo de arrugas que se forma entre la frente y el entrecejo. A más preocupaciones, más pliegues te saldrán en esa zona. Seguro que después de leer estas últimas líneas acabas de ir a comprobar en el espejo tu grado de preocupación vital. Me imagino el resultado, lo siento.

Rodada en lugares tan paradisíacos como la isla Eubea en Grecia, a bordo del yate «Cristina O» que fuese construido en su día para el mismísimo Aristóteles Onassis. Cuenta con un elenco de actores no muy conocidos (exceptuando a Woody Harrelson, que por cierto hace un gran papel), pero que rayan a gran altura, destacando a Dolly De Leon que interpreta a Abigail, Zlatko Buric que hace de Dimitry, o la prometedora actriz sudafricana Charlbi Dean que desgraciadamente murió poco después de terminar el rodaje de la película con tan sólo 32 años de edad.

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