PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La teoría sueca del amor Erik Gandini (2015) – Suecia
El mundo ve Suecia como un espejo en el que quiere reflejarse. El país nórdico lleva años siendo referente y modelo con sus políticas de innovación y tecnología, educación, ecología o sanidad. Estas vanguardistas y efectivas implementaciones en diferentes sectores han hecho de Suecia uno de los países más prósperos del mundo. Una de estas medidas fue el programa que el gobierno de Olof Palme introdujo en 1972. El programa llamado «La familia del futuro», hacía especial hincapié en la independencia y la autonomía del individuo. Según este proyecto si la persona se desprendía de las cargas familiares, podría conseguir una autonomía personal que le permitiría alcanzar la libertad plena. Para ello, el estado se comprometía a hacerse cargo de las situaciones que pudiesen representar obstáculos para lograr la autosuficiencia: cuidado de familiares, gestiones burocráticas, etc.
Este es el punto de partida de La teoría sueca del amor, el documental que os propongo veáis, y que quizás os haga desterrar para siempre el mito del bienestar social sueco. Su director, Erik Gandini, italiano afincado en Suecia desde los 19 años, donde acudió a estudiar cine y de paso librarse del servicio militar, se encuentra cómodo en el género documental. De hecho, su filmografía se basa exclusivamente en este tipo de producciones. En este, a través de diferentes lugares y personas, nos va a ir mostrando la realidad sueca, 40 años después de la promulgación de este novedoso programa socialista para la familia.
Y los datos y las realidades que se nos muestran son cuanto menos inquietantes: las mujeres suecas, por ejemplo, son las que más utilizan los bancos de esperma para recibir semen en su casa y poder realizar su autofecundación; la mitad de la población sueca vive sola; el índice de suicidios y desapariciones sigue en aumento; y esa tierra llena de prosperidad y oportunidades tarda una media de siete años en dar trabajo a personas inmigrantes o refugiadas llegadas a ese país.
La teoría sueca del amor pone en evidencia que el individualismo y la autosuficiencia no son ni mucho menos la clave de la felicidad, sino que han provocado la deshumanización de la sociedad sueca en las últimas décadas. Ni siquiera el manto protector del estado y el sentimiento de seguridad que promulga logran mitigar la sensación de desconexión y vacío que se palpa durante todo el documental. Hasta los jóvenes que han intentado salirse del sistema social sueco y han ido a las montañas a crear una comunidad de valores colectivos, tienen una mirada amarga y sin alma (quizás el efecto de las sustancias que consuman tenga también algo que ver con ello).
El documental pone varias veces sobre la palestra la pérdida de sociabilidad de los suecos, que se aíslan en sus confortables viviendas y utilizan fundamentalmente las redes sociales para comunicarse. No en vano Suecia es el país con mayor acceso a internet en todo el mundo.
También tengo que decir que me parece muy peligroso mostrar esa imagen de la sociedad sueca, ya que generalizar siempre es motivo de error. Si alguno de vosotros ha vivido en Suecia quizá este documental le parezca parcial, maniqueo y sensacionalista. Seguro que hay muchos suecos sociables y felices en Suecia, disfrutando de la seguridad y los servicios que da papá estado, y por supuesto de un trabajo bastante mejor remunerado y con más días de asueto que los que se estilan por estos lares. Pero también es cierto que ese modelo de hedonismo e individualismo, está haciendo mella también en nuestra sociedad como podrás apreciar en ciertas similitudes durante el documental. El sistema económico y social mundial también parece estar interesado en aislar al individuo, está claro que juntos somos más peligrosos.
Os recomiendo que veáis este documental, y os aviso que uno de sus participantes es el Dr Erik Erichsen, quien seguro se va a convertir en vuestro favorito. Dos años más tarde fue el protagonista de El cirujano rebelde, el siguiente documental de Erik Gandini.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Espíritu sagrado Chema García Ibarra (2021) – España
En el cine, como en la música, como en la vida, todos tenemos nuestras preferencias, y siempre nos movemos en unos parámetros acordes con lo que podríamos llamar una línea de confort de la que a veces no queremos, o no podemos salir. Por eso cuando por equivocación, casualidad, despiste, o un ataque de intrepidez, te adentras en una «bizarrada» como Espíritu sagrado, te das cuenta de la cantidad de cosas que te estas perdiendo por no ser capaz de ver más allá de la valla de tu jardín (y aquí me viene a la mente la película Canino, ¿casualidad?).
El director Chema García Ibarra cuenta ya con una larga y premiada trayectoria en el mundo del cortometraje iniciada el 2008, y con Espíritu sagrado ha dado el salto a la dirección de largometrajes. Y lo ha tenido muy claro, ha seguido haciendo lo que le gusta, mezclar la ciencia ficción con un realismo de tono cuasi documental, que se realza todavía más con la utilización exclusiva de actores no profesionales. Si añadimos a esto que la película ha sido rodada en el barrio obrero de Carrús en Elche, cuna del director, y sin utilizar prácticamente atrezzo, el resultado es algo así como un nuevo e inclasificable género al que no me atrevo a poner nombre. Quizás la nomenclatura para definir esta película la tiene más clara el propio Chema García Ibarra, quien habla de su cine como «ciencia ficción doméstica».
En un barrio obrero de Elche ha desaparecido una niña de siete años, la Vane. Su hermana gemela, la Vero, intenta seguir su vida junto a su madre y su abuela mientras esperan algún resultado de la investigación policial. Los medios de comunicación se vuelcan con la noticia, mientras José Manuel, el tío de las gemelas, se enfrenta a otra gran preocupación: la llegada de fuerzas extraterrestres a la zona. Estas son las premisas iniciales de las que parte Espíritu sagrado. A partir de entonces el espectador va a asistir ojiplático a una visión surrealista, kitsch, bizarra y esperpéntica de una serie de situaciones tan hilarantes como escalofriantemente reales.
La película nos muestra una sociedad que vive sin ilusión, buscando algo en que creer para poder tener una vida mejor, si ya no es posible en esta, por lo menos que lo sea en la próxima. La televisión está encendida a cualquier hora del día y, entre publicidad, informativos locales (impagable la presentadora choni), tradiciones religiosas, y sucesos alarmantes difundidos a viva voz por una vecina (igualmente impagable), nos da una sensación de apocalipsis y angustia que se adueña por completo del filme.
Las miradas vacías de los personajes, la manera plana de expresarse, las caras que denotan sus vidas difíciles, y las muletillas utilizadas por cada uno de ellos que, según el director, no son impuestas, sino propias de los actores, te hacen pasmarte, reírte, y sobrecogerte al mismo tiempo. Partes de la creación de los personajes vienen dadas por historias personales de los propios actores o de sus familiares, que se adaptaron a la trama del filme.
La dirección de arte, a cargo de Leonor Díaz, es realmente gloriosa. Los lugares elegidos, la decoración del bar (por cierto, si vas por Elche es ineludible visitarlo, ya que se mantiene igual que como se decoró para la película), o el glamur choni que desprende el vestuario, te dejan epatado. Todo está lleno de pequeños guiños y detalles tan casposos, como bien cuidados. Es irreprimible que se dibuje una media sonrisa en tu boca a medida que los vas descubriendo. La música no le va a la zaga, y las canciones utilizadas, en especial esa versión de Los Sobrados del Zombie de los Cranberries, reflejan perfectamente la esencia de Espíritu sagrado.
Si tuviera que describir la película de alguna manera, os diría que es como si a Werner Herzog le hubiesen encargado dirigir un capítulo largo de La hora chanante. ¡Atreveos con ella!
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Vidas pasadas Celine Song (2023) – Estados Unidos
La vida es un laberinto de bifurcaciones que te va llevando a uno u otro lado según las decisiones que tomes; por supuesto, el azar también cuenta. Todos y cada uno de nosotros hemos pensado en algún momento qué hubiese pasado si en vez de hacer una cosa hubiésemos hecho otra distinta. ¿Elegimos la opción correcta? Eso ya nunca lo sabremos. ¿O quizás sí?
Así que este mes os propongo Vidas pasadas, una película autobiográfica de la dramaturga y guionista de origen coreano Celine Song, quien, por cierto, debuta como directora con esta obra. Partiendo de la idea del «in yun», concepto de la cultura coreana que dice que las relaciones entre las personas están predeterminadas por conexiones en las vidas pasadas, la directora nos cuenta la historia de Nora, que a los 10 años se muda con su familia desde Corea a los Estados Unidos, dejando atrás a su mejor amigo, Hae Sung.
No hace falta que creáis en la reencarnación, ni que hayáis tenido que vivir 8 000 vidas para conseguir las 8 000 capas de «in yun» necesarias para encontrar a la persona adecuada. Vidas pasadas nos habla de un tema universal, el amor, y más concretamente, del primer amor. Ese primer amor que muchos de nosotros (y yo el primero) tenemos, o teníamos idealizado.
Con una maestría sorprendente para una directora debutante, el manejo de la cámara y la composición de los planos nos sumergen desde el principio en las vidas de Nora y Hae Sung, que al poco de comenzar se bifurcan para transcurrir paralelas… ¿para siempre? Mejor será que veáis la película.
A medida que la película avanza, el espectador irremediablemente acabará trazando paralelismos con su propia vida, recordando situaciones personales vinculadas a los diferentes tramos de edad que reflejan la madurez y las inquietudes de los protagonistas. La sensación de haber podido tener algo que quizás hubiese sido maravilloso está presente en los dos amigos de la infancia. Sus vidas, sin embargo, hace tiempo que tomaron otros rumbos, y por qué no decirlo, tampoco han sido tan malos.
Y aunque Vidas pasadas sea una película de AMOR con mayúsculas, no busquéis en ella romanticismo porque de eso no hay mucho. Sus protagonistas logran transmitirnos su forma de sentir el amor. Tanto Greta Lee, en el papel de Nora, como Yoo Tae-o, en el de Hae Sung, consiguen su propósito, pero el que tiene un papelón y lo saca adelante con mucho mérito es John Magaro, en el personaje de Arthur. Prefiero no adelantar su rol en la película.
Además, la película se acompaña de una exquisita fotografía y, por supuesto, una banda sonora que logra tocarnos la fibra sensible. El montaje, que en una historia que abarca tantos años podría ser más complicado, se ha resuelto de manera eficaz, y nos deja dos escenas excelentemente ejecutadas: la primera y la última de Vidas pasadas, que auguro dejarán huella en la historia del cine.
Vidas pasadas nos habla de amor platónico, amor romántico, amor verdadero, amor predestinado, amor anhelado, amor idealizado. Amores estos, y alguno más que seguramente me he perdido en la parte espiritual, y que nos van a hacer mantenernos muy pero que muy pendientes de Nora y Hae Sung. Cuidemos del amor, el motor más importante de nuestras vidas, pasadas, presentes y futuras.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Chinas Arantxa Echevarría (2023) – España
Siempre he sentido una mezcla de curiosidad, fascinación y respeto por la comunidad china. La imagen que me han transmitido muchos de sus integrantes, es la de personas muy trabajadoras y metódicas, humildes, educadas, respetuosas y con unos vínculos muy fuertes con sus familias y tradiciones, a pesar de los miles de kilómetros que los separan. En apariencia son muy discretos, parece que no quieren molestar, pasan casi desapercibidos. Por eso me llamó la atención el título y el argumento de la película que os quiero recomendar, Chinas. Máxime cuando su directora Arantxa Echevarría, ya me había dejado con un gran sabor de boca con su filme Carmen y Lola (2018). Al igual que en este, la directora vuelve a recurrir a vivencias propias para sacarse una gran historia y una gran película de la manga.
El filme es una interesante propuesta de cine social, de esas que no sólo te hacen reflexionar, sino que también cambian tu modo de ver a las personas, en este caso las chinas. Unas personas que has tenido al lado, pero que nunca has visto, ya sea porque no has querido o porque no se han dejado ver. Chinas es de los filmes que consiguen que después de verlo hacen que te intereses, y que busques más información sobre el tema. Y eso en estos tiempos tan veloces que corren, es signo de que la directora ha conseguido su cometido y tiene un mérito extraordinario.
Como no podía ser de otra manera, Chinas se desarrolla en la zona de España con más concentración de población china, me refiero al distrito de Usera en Madrid. Allí conoceremos las vicisitudes de dos hermanas chinas, Claudia y Lucía, y también la de Xiang, una niña china adoptada por padres españoles que acabará en la misma clase que Lucía. Pronto nos daremos cuenta de las diferentes maneras en que cada una de las tres busca su propia identidad en la sociedad en la que viven.
Claudia, la hermana mayor, intenta desmarcarse de las tradiciones familiares y busca sentirse aceptada entre sus compañeros de instituto a toda costa. Su hermana pequeña, Lucía, se avergüenza de tener unos padres que están todo el día trabajando en su bazar, y lo que más desea es celebrar su fiesta de cumpleaños en el Burger King. Por otro lado, Xiang se encuentra perdida y desorientada, entre los deseos de sus padres adoptivos y su nuevo colegio.
Como ya hiciese en Carmen y Lola,Arantxa Echevarría vuelve a poner el foco en el universo femenino. Y es que, si ya es duro convivir en una sociedad diferente, aún lo es más si eres mujer. Chinas nos muestra una realidad cruda, donde el machismo sigue vigente en edades tempranas, y la educación sexual que reciben los jóvenes viene dada por el porno que ven en las redes sociales. También aflora el racismo, que sigue candente, y todo ello entremezclado con los problemas de relación entre padres que casi no pueden estar con sus hijos, y que intentan inculcarles sus tradiciones. En contrapunto está la diferente clase social y manera de relacionarse de los padres españoles, que tampoco es que consiga resultados muy positivos. En Chinas, nadie sale bien parado, aunque también es verdad que ni chinos ni españoles deberían sentirse ofendidos, porque la película retrata fielmente la convivencia mutua.
El casting para Chinas debió de ser muy complicado, pero fue todo un acierto haber elegido a las jovencísimas Shiman Yang (Lucía) y a Valería Fernández (Susana) que llenan la pantalla de ternura cada vez que aparecen. Por la parte menos infantil del reparto destacan: Xinyi Ye (Claudia), Yeju Ji (madre de Lucia y Claudia en la película) y Julio Hu Chen (Wang, amigo de Claudia), los tres fueron nominados a mejores actores revelación en la última edición de los Premios Goya de este año. Y por cierto, el papel que interpreta Carolina Yuste (Amaya), es el que vivió la directora Arantxa Echevarría en la vida real.
En Chinas encontrarás: soledad, desarraigo, búsqueda de identidad, tradiciones, dolor, frustración, aislamiento, pero también convivencia, integración, ternura, humor, amor, aceptación, y hasta un carnaval… chino.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Un hipster en la España vacía Emilio Martínez-Lázaro (2024) – España
Para un ávido cinéfilo como yo, y me imagino que para un buen porcentaje de los que estáis leyendo estas líneas, lo habitual es acercarse al mundo del cine de muy variadas maneras. Una de ellas es esa ceremonia casi ritual de asistir a una sala de cine o cineclub a presenciar en comunidad una película. O la de reservar un par de horas de tu tiempo para poder disfrutar en tu propia casa revisitando un clásico, o una película más actual que te hayan recomendado, o por algún motivo la tienes apuntada en esa lista de filmes pendientes que es imposible reducir. Por cada película que tachas, añades tres al día siguiente. Curiosamente, desde hace ya algún tiempo, no sé si por casualidad, causalidad, o quizás el destino, ha sido el mundo del cine el que se ha acercado a mí y a muchos vecinos de las comarcas colindantes. Y es que la potente plataforma Amazon Prime eligió las localidades de Fuentespalda y La Fresneda para llevar al cine la novela del zaragozano Daniel Gascón, Un hipster en la España vacía.
En primer lugar, aviso a los navegantes, si habéis leído la novela homónima, aunque la idea y la esencia se mantienen, el guion del filme ha sido bastante más adaptado de lo habitual en estos casos. Quizás se haya hecho para buscar un tipo de humor más universal, menos localista, para así poder vender la película en más países.
Se ha hecho lo mismo en la elección de los protagonistas para los personajes, ya que se ha buscado el tirón asegurado de las apariciones estelares de Paco León, Macarena García, o el papel principal de Berta Vázquez. También se intenta abrir el abanico de edades del público potencial más joven, con el protagonismo de los humoristas Lalo Tenorio, o Rober Bodegas, componente del dúo Pantomima Full. El público más adulto se lo llevan de calle de antemano con los personajes de reparto en una película muy coral. Destacadísimo es el papel de veteranos como Tito Valverde, que cada vez que aparece en escena eclipsa a sus acompañantes, Miguel Rellán, con su retranca habitual en este tipo de comedias, Manuel Manquilla, ¿quién mejor que él para hacer del cura del pueblo?, o las inimitables Marta Fernández-Muro, ¡qué encanto de mujer!, y Juana Cordero.
Todos ellos están dirigidos por Emilio Martínez-Lázaro, que siempre es sinónimo de conexión con el público, no en vano realizó Ocho apellidos vascos (2002), la película más taquillera de la historia del cine español, y para los más cinéfilos también cabe recordar que ganó nada menos que el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 1978 con su filme Las palabras de Max.
Un hipster en la España vacía cumple su cometido como comedia, logrando mantener la sonrisa y eventuales carcajadas. Mientras, nos presenta unos personajes muy estereotipados, los urbanitas hipster que vienen de la ciudad a implementar las nuevas políticas en el pueblo, y chocan frontalmente con los lugareños de La Cañada. Estos últimos parecen vivir en una época pasada y no tienen muchas ganas de salir de ella. Y entre tópicos muy tópicos, con claros homenajes a clásicos de nuestro cine, como La ciudad no es para mí (1966), o Bienvenido, Míster Marshall (1953), transcurre la película. La banda sonora de sabor vintage, obra del gran Roque Baños, nos retrotrae también a épocas pasadas.
Bajo esta comedia enmascarada, se puede percibir una crítica hacía la política y los políticos que parecen cada vez más lejos del pueblo (nunca mejor dicho), y una desaprobación de la conducta inmovilista de los pueblos que se dejan morir sin buscar una solución. También nos deja un mensaje bastante constructivo, pero eso es mejor que lo descubráis por vuestra cuenta.
Disfrutaremos por supuesto de un paisaje que nos es muy familiar, y sobre todo de las apariciones en la película de actrices y actores de la zona, como Sonia Lanuzza, Conchi Juste, Daniel Cano, Mónica Capilla, Ester Blanco, o las decenas de figurantes que participaron en Un hipster en la España vacía, y que podrás reconocer en diferentes escenas de la película. Seguro que ellos nunca olvidarán esa experiencia.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La estrella azul Javier Macipe (2023) – España
Como gran amante de la música que soy, tenía necesariamente que ver La estrella azul, ese homenaje en forma de película a Mauricio Aznar,líder de un grupo aragonés del que todo el mundo me hablaba, cuando arribé allá por el 2004 en estas tierras turolenses. Un grupo del que yo apenas conocía nada. La gente con la que coincidía en conciertos o festivales, les gustase el estilo musical que les gustase, me hablaban con verdadera veneración de una banda maldita llamada Más Birras, y todos ellos coincidían en resaltar dos cosas: primero, que Más Birras mereció mejor suerte y reconocimiento, y segundo, la personalidad y el talento singular de su cantante y principal compositor Mauricio Aznar.
Llegué al cine con la curiosidad de conocer un poco la vida de Mauricio Aznar, pero sin grandes pretensiones, que son las pocas que suelo tener cuando veo este tipo de género cinematográfico. Me esperaba el típico biopic de un cantante de rock, mostrándonos su auge y caída, con sus mejores canciones sonando como banda sonora. Pero desde su comienzo me di cuenta de que La estrella azul es una película distinta, humana, sorprendente, y única, como su protagonista.
Y aparte de descubrir la faceta más personal de Mauricio Aznar, La estrella azul también me ha hecho caer de rodillas ante el talento derrochado en la dirección de la misma por su director Javier Macipe, en su primer largometraje para la gran pantalla.
Javier Macipe nos transporta con su cámara hacía el viaje de autodescubrimiento que inicia Mauricio Aznar, para liberarse de sus demonios y encontrar en su interior la esencia de lo que le llevó a sentir la música como una forma de vivir. Macipe juega en ocasiones con el realismo mágico, o el cine experimental, y lo hace de manera sublime, rompiendo «la cuarta pared» con una delicadeza y un toque poético exquisito. Ya desde el principio la película comienza fuerte, con ese viaje de la cámara que recorre desde el escenario del concierto esos estrechos y oscuros pasillos que conducen al backstage. Ese inicio ya nos indica que estamos ante una película diferente. Podría destacar muchas más escenas, como la de Pedro (el hermano de Mauricio) en el bar, que es sencillamente antológica, pero os dejo que las descubráis por vuestra cuenta.
Me ha encantado también cómo el director consigue sumergirnos en esa atmósfera viciosa y degenerada de principios de los 90. Recrea perfectamente el ambiente asfixiante de los conciertos, la tentación de la heroína siempre rondando la noche, el sonido abotargado del bajo y de la batería escuchado desde los aseos del bar, las mentes nubladas por el alcohol y el humo del tabaco… En La estrella azul todo está hecho a conciencia y con amor y respeto hacia la figura de Mauricio Aznar.
La propia madre de Mauricio, aparte de ser la impulsora de este bonito proyecto, también fue la culpable del amor de su hijo por la música de Atahualpa Yupanqui, que hizo que años después, Mauricio iniciara ese viaje a Argentina para conocer la casa del artista. Allí llegó con esa amargura perenne que parecía perseguirle de por vida, se aplicó en la busca de lo auténtico, convertido en un quijotesco soñador utópico. En ese país, acabó en Santiago de Estero, donde fue acogido por la familia de Carlos Carabajal, el padre de la chacarera, una danza tradicional a la que el maestro ponía letra y música. Mauricio se convirtió en su discípulo, ávido de conocer la sabiduría que brotaba de las canciones y las cuerdas de la guitarra de Don Carlos.
A las estrellas anónimas está dirigida esta película. Muchas de ellas, demasiadas, tuvieron vidas similares a la de Mauricio Aznar. Me viene a la cabeza el nombre de Marco Antonio Sanz de Acedo, «Eskroto», «Gavilán», miembro de bandas como Tijuana in Blue, o Kojón Prieto y los Huajolotes, del que siempre pensé que su vida merecía ser llevada a la gran pantalla. Quizás ya no haga falta, porque La estrella azul rinde homenaje a todos esos artistas que quemaron su vida demasiado rápido, sin lograr un merecido reconocimiento, y sobre todo porque será difícil estar al mismo nivel que esta pequeña joya en forma de película.